El vicepresidente irrumpió brevemente en el escenario del Staples Center de Los Angeles al final del discurso de su hija Karenna Gore Schiff, con quien se fundió en un tierno abrazo, y saludó al sorprendido auditorio sin pronunciar palabra antes de retirarse. Acto seguido, los 4.368 delegados designaron a Al Gore como su candidato a la presidencia de Estados Unidos, en una simbólica votación por aclamación en la que participaron todas las delegaciones. «El viaje milagroso empieza aquí», había dicho minutos antes el senador Joe Lieberman, declarándose «orgulloso» de poder presentarse como candidato a la vicepresidencia en este foro al que entró acompañado del tema principal de la película «Carros de fuego», tras ser presentado por su esposa Hadassah.
Como es tradicional, el vicepresidenciable empleó gran parte de su turno de palabra en atacar a George W. Bush y Dick Cheney, mientras los delegados coreaban «Joe, Joe, Joe...» y hacían ondear pancartas rojas con su nombre. «Estoy contento de que el partido republicano haya cambiado su retórica, pero me gustaría que también cambiara su política», lanzó el vicepresidente para caldear el ambiente entre sus partidarios. Lieberman listó los «fracasos» de Bush en materia de medioambiente, de asistencia sanitaria y de educación.
Como todos los demócratas que han desfilado por el escenario durante estos tres días, no pudo evitar referirse irónicamente a la reciente convención republicana de Filadelfia, denunciando sus esfuerzos por aparecer como un partido tolerante y abierto a las minorías. «Desde que Tom Hanks ganó un Oscar no había habido tanta actuación en ´Filadelfia´», dijo refiriéndose a la ampliamente premiada película que le valió al actor estadounidense la prestigiosa estatuilla cinematográfica, una metáfora muy apropiada en la meca del cine.