Tras expresar su agradecimiento por los «momentos extraordinarios que ha vivido como presidente», Bill Clinton pasó la antorcha del liderazgo demócrata a su vicepresidente y candidato a sucederle, Al Gore. Clinton y su esposa Hillary dejaron pruebas de su carisma ante la convención demócrata, a la que Gore no llegará hasta mañana jueves porque está haciendo campaña por otras localidades de Estados Unidos. El lunes, Bill Clinton ocupó el estrado durante más de 40 minutos con un discurso emotivo y algo nostálgico sobre sus ocho años en la Casa Blanca en el que dedicó palabras muy cálidas al que ha sido su vicepresidente durante ocho años.
«Siempre ha estado ahí» durante los momentos difíciles y «es un hombre profundamente bueno», dijo Clinton, que confesó que «una de las mejores decisiones de mi vida fue elegirlo como vicepresidente». «Todo el mundo sabe que es una persona muy reflexiva y muy trabajadora, pero también es un fuerte líder», aseguró el presidente estadounidense. Ante los temores de que eclipsarían al propio candidato, Bill y Hillary Clinton dedicaron gran parte de sus discursos a alabar las virtudes de Gore, el único que puede continuar «este extraordinario momento» de la historia de EEUU, que es ahora «un país mejor» que hace ocho años. Rodeados por el entusiasmo de los miles de asistentes a la convención y su hija Chelsea, ambos pronunciaron discursos parecidos, en los que agradecieron al pueblo estadounidense su apoyo durante estos ocho años y destacaron la buena marcha de la economía.
Albert Gore se mostró muy agradecido por las «generosas» palabras pronunciadas por Bill Clinton sobre él y sobre su esposa, Tipper. Ante miles de personas que lo aclamaron sin descanso durante su extensa intervención, el presidente afirmó en Los Angeles que sus dos mandatos le han dado «la oportunidad de vivir mis sueños». Mientras Clinton elevaba los ánimos de los asistentes a la convención demócrata, fuera la tensión entre policías y manifestantes estallaba en los primeros enfrentamientos.