El Grupo de los Ocho (G8) dio por concluida ayer su cumbre anual con promesas para construir un mundo mejor en el siglo XXI, sugerencias para prevenir conflictos y con la convicción de que las nuevas tecnologías están al servicio del desarrollo de los pueblos. Aunque los líderes de las principales potencias dejaron patente la buena marcha de la economía en los principales bloques industrializados de Norteamérica, Europa y Asia, no cumplieron con los deseos del mundo en desarrollo para perdonar las deudas que oprimen la reconstrucción social de los pueblos pobres.
«El mundo no podrá prosperar si el tercer mundo no consigue desarrollarse», dijo el primer ministro japonés, Yoshiro Mori, anfitrión de esta cita al clausurar la cumbre y pasar el testigo a Génova (Italia), que dentro de un año organizará la próxima cumbre. La organización «Jubileo 2000», que lucha por la condonación de la deuda que los países pobres deben a los ricos, acusó al G8 de despilfarrar una buena oportunidad para haber dado «el gran paso» de crear una nueva iniciativa para aliviar la escasez de fondos para educación, sanidad y desarrollo social en estos países.
Los líderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia y la Unión Europea (UE) declararon su intención de establecer una nueva relación con los países que no son del G8, especialmente con las naciones en vías de desarrollo, así como con organizaciones internacionales y no gubernamentales. El Club de los Ocho emitió un comunicado con una lista de medidas que abarca desde las tecnologías de la información (TI) hasta los deseos para que se lance este mismo año una nueva ronda liberalizadora de comercio, aunque sin fechas fijas sobre la mesa.