El presidente israelí, Ezer Weizman, de 76 años, presentó ayer noche su dimisión, poniendo fin a medio siglo de carrera política que se vio ensombrecida al final por el escándalo de corrupción que le ha obligado a renunciar. Su jefe de prensa, Arie Shumer, presentó la carta de dimisión al presidente del Parlamento, Abraham Burg, quien agradeció los servicios prestados por Weizman.
La fecha de dimisión fue fijada hace algunas semanas, después de que el anciano político y ex militar fuera investigado por corrupción y abuso de poder por haber aceptado medio millón de dólares de un empresario judío francés y no declararlos al fisco. Aunque no será juzgado, la fiscalía encontró indicios de culpabilidad, pero los delitos habían prescrito o faltaban pruebas. Según la ley, Burg ocupará la Presidencia hasta que un nuevo jefe de Estado sea elegido por la cámara, el 31 de julio. Preguntado sobre cómo juzgará la historia a Weizman, Burg afirmó que «no soy historiador, sino político. Ahora asumo un cargo por disposición legal y el pueblo debe agradecer a Weizman sus servicios a lo largo de su vida».
Dos son los principales candidatos a suceder a Weizman: el veterano político laborista Simon Peres, respaldado por los partidos de izquierda, y el diputado del Likud Moshe Katsav, apoyado por la derecha. El nuevo presidente será el octavo en la historia de Israel, y jurará su cargo el 1 de agosto en el Kneset (Parlamento). Por primera vez, y en virtud de la Ley de la Presidencia que fue alterada por iniciativa de Weizman, el presidente estará limitado a un sólo mandato de siete años. Esta es también la primera vez en la historia de Israel que un presidente se ve obligado a dimitir, en este caso tres años antes de terminar su segundo mandato de cinco años.