La amenaza de la guerrilla chechena sobre nuevos golpes en Chechenia y el resto de Rusia, tras los últimos atentados suicidas, puso ayer en alerta a las autoridades rusas y motivó la adopción de medidas de seguridad en Moscú.
Al caer la noche, las autoridades de la capital declararon la puesta en marcha de una «operación antiterrorista», en prevención de posibles atentados con los que ha amenazado la guerrilla separatista. El departamento de Interior de la capital rusa anunció el comienzo ayer noche de la operación «Torbellino-antiterror», aprobada en una reunión extraordinaria del «centro antiterrorista» urbano. La operación, con elementos de estado de emergencia, incluirá controles policiales, registros de vehículos, un régimen especial de seguridad en instalaciones de importancia de la ciudad y una jornada laboral de doce horas para todo el personal de Interior.
El jefe guerrillero chechén Shamil Basáyev presentó ayer un ultimátum a Moscú, al amenazar con una ofensiva de envergadura, si las autoridades rusas no liberan en 72 horas a las mujeres y los niños recluidos en campos de concentración en Chechenia. Basayév precisó que su amenaza no está dirigida al Ejército ruso, sino exclusivamente a las tropas y unidades especiales del Ministerio de Interior, con funciones de represión policial. Los rebeldes atacaron casi simultáneamente varias ciudades ciudades en territorios que el Ejército ruso dice controlar desde hace meses.