El portavoz de la ONU en Sierra Leona, David Wimhurst, instó al Frente Revolucionario Unido (RUF) a «encontrar» un nuevo interlocutor para la continuación de la aplicación de los acuerdos de Paz de Lomé, firmados en julio de 1999. De hecho, según desveló, la ONU ya ha establecido «contactos directos en el terreno» con algunos comandantes del RUF. El miércoles, el presidente liberiano, Charles Taylor, mediador en la crisis de los cascos azules secuestrados, advirtió del riesgo que supondría el alejamiento de Foday Sankoh, que encabezó la rebelión en 1991 y permanece detenido en secreto por el Gobierno sierraleonés desde su arresto en Freetown, el pasado 17 de mayo, tras varios días en paradero desconocido.
De momento se desconoce el destino que las autoridades del país tienen pensado para él, aunque han dado a entender que podría ser juzgado por los delitos cometidos después de la firma de Lomé. El Consejo de Seguridad de la ONU tampoco descartó la posibilidad de sancionar a los dirigentes del RUF.
Si algo demuestra la sangrienta emboscada del miércoles, perpetrada por el RUF en una zona que la ONU consideraba «segura», es que los rebeldes de Sankoh conservan intacta su capacidad destructiva, a pesar del Ejército, de las milicias de cazadores «Kamajors», de los 11.000 cascos azules, y de los cerca de mil paracaidistas británicos desplegados en el país. De hecho, el RUF mantiene aún secuestrados a cerca de 280 cascos azules, como prueba viviente de que aún dominan parte del territorio sierraleonés, de que pueden tomar la iniciativa con facilidad, y de que la «guerra de jungla» que practican desde hace nueve años sigue teniendo una notable eficacia.