El Consejo de Seguridad de la ONU decidió ayer decretar un embargo al suministro de armas a Etiopía y Eritrea por el espacio de un año, según una resolución aprobada por unanimidad. Transcurrido ese período, el Consejo de Seguridad se compromete a reunirse para extender las medidas en caso de que las hostilidades no hayan cesado.
No obstante, una de las cláusulas establece el levantamiento inmediato de las sanciones si el secretario general de la ONU informa de la llegada a un acuerdo de paz antes de ese período. La resolución, sin precedentes en las Naciones Unidas, «prohibe la venta o el suministro a Eritrea o a Etiopía, a través de sus nacionales, su territorio o por barco o avión, de armas y material militar de todo tipo, incluido munición, vehículos y equipamiento». La sanción se impone ya que el Consejo de Seguridad considera que la guerra entre Etiopía y Eritrea «constituye una amenaza creciente a la paz, la seguridad y el desarrollo económico de la subregión».
Mientras, las fuerzas etíopes tomaron ayer el control de la ciudad estratégica de Barentu, unos 40 kilómetros en el interior de Eritrea, su objetivo en el frente occidental, lo que les abre el camino hacia el corazón del país.
La televisión eritrea anunció que las tropas de este país habían evacuado Barentu después de seis días de combates intensos entre los Ejércitos de Asmara y de Addis Abeba. La población también fue evacuada para evitar la destrucción total de la ciudad y limitar el número de víctimas, según explicó la televisión.
Barentu es la principal localidad del suroeste de Eritrea, en la provincia fértil de Gash-Barka, y se encuentra en el extremo de las carreteras de aprovisionamiento del frente, y abre el camino al norte, al este hacia la frontera sudanesa y al oeste hacia Mendefera.