Tras once años de espera, el juicio contra los dos acusados libios por el atentado contra el Boeing de Pan Am que se estrelló en la localidad escocesa de Lockerbie el 21 de diciembre de 1988, con un saldo de 270 muertos, comenzó ayer en la antigua base estadounidense de Camp Zeist, en Países Bajos, donde ha quedado constituido un tribunal escocés. Es la primera vez en la historia que la justicia de un país se ejerce en el territorio de otro.
La audiencia comenzó en presencia de familiares de las víctimas y de periodistas de cientos de medios de comunicación de todo el mundo, en una sala especialmente preparada para el juicio en la antigua base militar, cedida por el Gobierno holandés al Reino Unido durante todo el proceso.
Los acusados, Abdel Basset Alí al-Megrahi, de 48 años, y Al Amin Jalifa Fhimá, de 44, comparecieron vestidos con las tradicionales túnicas libias y con la cabeza cubierta por tocas negras. Ante el tribunal de tres jueces escoceses, presidido por Lord Ranald Sutherland, ambos se declararon inocentes.
En un documento leído por el tribunal, sus abogados aseguraron que implicarán en el atentado al Frente Popular de Liberación de Palestina-Comando General (FPLP-CG) en el atentado, y que presentarán «pruebas de su implicación», en especial de un responsable del movimiento identificado como Mohammed Abú Talb.
Para los fiscales, el terrorista Abú Talb, condenado a cadena perpetua en Suecia, puede ser una de las piezas clave en el juicio de Lockerbie. Talb ha sido convocado para testificar en el juicio, aunque éste no desea comparecer, según la psicóloga que le atiende.