Los líderes de la Unión Europea alcanzaron ayer un alto grado de acuerdo sobre las reformas que necesita la economía de la UE, para aumentar su competitividad y el empleo, pero discrepan todavía sobre los plazos para aplicarlas. El programa de reformas económicas presentado por el presidente español, José María Aznar, y por el primer ministro británico, Tony Blair, fue la estrella de la reunión.
Al término de la primera jornada de la cumbre extraordinaria de Lisboa, los Quince aseguraron compartir «un nuevo objetivo estratégico» para esta década: hacer de la UE «la economía del conocimiento más competitiva del mundo». El plan es lograr el grado de liberalización de la economía norteamericana sin renunciar al bienestar social europeo.
Ello significa desarrollar plenamente las nuevas tecnologías, plasmadas en la poderosa herramienta de Internet, donde los europeos reconocen su retraso respecto a Estados Unidos. Los Quince son conscientes, no obstante, de que el crecimiento económico no podrá prolongarse durante muchos años en Europa -y no podrá reducirse el paro significativamente- sin llevar a cabo reformas estructurales de envergadura.
Los dirigentes de la Unión Europea se acercaban ayer a un acuerdo sobre aspectos claves como la liberalización de las telecomunicaciones, la creación de un mercado integrado de servicios financieros y la disponibilidad del capital de riesgo para las pymes que se muestren innovadoras.
Sin embargo, persisten las «reticencias» sobre otras medidas discutidas ayer por los jefes de Estado o Gobierno con sus ministros de Finanzas, según reconoció el responsable portugués. Pina Moura se refirió a la liberalización de transportes y energía, el acceso a los mercados de licitaciones públicas, las reducción de las ayudas estatales y cuestiones fiscales, sobre todo el llamado «paquete fiscal».