Mientras 200.000 personas descontentas se manifestaban ayer por las calles de París, el primer ministro, Lionel Jospin, que anunció una bajada de los impuestos y más recursos para la educación y la salud, rechazó las críticas de «inmovilismo» y subrayó las realizaciones de su Gobierno. Los impuestos en el 2000 disminuirán en 40.000 millones de francos (aproximadamente 1'1 billones de pesetas) para las dos sectores más bajos de los contribuyentes y, sobre todo, habrá una disminución general del impuesto al valor añadido, que descenderá de 20'6 al 19'6% desde abril.
Jospin anunció para el 21 de marzo las muy esperadas orientaciones de su Gobierno para dar una solución a la polémica cuestión del sistema de jubilaciones en este país, que cuenta con una creciente población mayor de 60 años y cuya esperanza de vida se alarga incesantemente. El primer ministro subrayó que su Gobierno ha disminuido en dos años en un 2 por ciento el desempleo y aseguró que aspira a hacerlo caer a una tasa de una sola cifra.
Refiriéndose a los manifestantes "profesores, padres de alumnos y funcionarios de finanzas" se declaró dispuesto a escucharles y afirmó que prefiere la impaciencia a la resignación e incluso a la desesperación en que se encontraban los franceses durante el Gobierno de la derecha, que la izquierda reemplazó en 1997.
La popularidad del primer ministro ha comenzado a descender en los sondeos de opinión. Jospin, sin embargo, rechazó las acusaciones que se le hacen de «inmovilismo». «La oposición me acusa en inmovilismo a pesar de que es ella la que se encuentra en esa situación, sin hacer propuestas sobre los problemas de los franceses, sino que ocupándose de sus propios problemas internos», dijo.
En su comparecencia, rodeada de gran expectación dado el clima de crispación social que reina en Francia en un momento de bonanza económica, Jospin señaló que el objetivo de su Gobierno es bajar el nivel de retenciones obligatorias, que alcanzó un récord en 1999, al de 1995 (un 43'7%), al final de su mandato, en el 2002.