El ataque iraní se produjo un día después del atentado con morteros, asumido por los Muyahidin, llevado a cabo en Teherán, en el que cuatro civiles resultaron heridos. En un comunicado, los Muyahidin indican que los aviones iraníes bombardearon el campo militar de este grupo en Anzali, cerca de la ciudad iraquí Yalaula, unos 150 kilómetros al noreste de Bagdad, sin señalar si se produjeron víctimas. «Los cazabombarderos agresores fueron contraatacados por las defensas antiaéreas del campo y forzados a retirarse antes de que pudieran completar su misión», señala el comunicado. Según el escrito, minutos antes del ataque, dos aviones de reconocimiento «Pilatos» procedentes de Irán habían sobrevolado el campo de entrenamiento militar de los Muyahidin.
El comunicado añade que el líder de los Muyahidin Jalq, Masud Rajavi, instó al secretario general de la ONU, Kofi Annan, y al Consejo de Seguridad del organismo internacional a condenar lo que considera «agresión flagrante e indignante violación» de la resolución de naciones Unidas que puso fin, en 1989, a la guerra entre Irán e Irak. Los Muyahiin Jalq, encabezados por Rajavi, participaron en la Revolución Islámica de Irán en 1979 y se enfrentaron al régimen instaurado entonces por el fallecido ayatola Jomeini a mediados de los años ochenta. Desde entonces, este grupo izquierdista islámico mantiene una milicia, que se calcula que tiene alrededor de 25.000 componentes, en diversas bases situadas en Irak, con la ayuda del régimen de Bagdad del presidente Sadam Husein. Además de su sede central y las bases en Irak, los Muyahidin Jalq tienen oficinas en París, Londres y Chipre e incluso hacen emisiones de televisión por satélite desde la capital británica. En los últimos años, componentes de los Muyahidin Jalq han llevado a cabo acciones guerrilleras y terroristas contra diversos objetivos militares y civiles en Irán, sobre todo cerca de la frontera con Irak, pero también en Teherán y otras poblaciones del interior del país. La última de estas acciones tuvo lugar el lunes, en Teherán, donde los Muyahidin asumieron el atentado con morteros que alcanzó un complejo residencial del norte de la capital, donde causaron heridas a ocho personas, causaron daños en varios edificios y destruyeron al menos 18 vehículos.