El presidente de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Wolfgang Schaeuble, renunció ayer a todos sus cargos para facilitar un «nuevo comienzo» en su partido y atajar, dada su imposibilidad, una crisis que si no se resuelve puede acabar afectando, dijo, «a nuestra democracia».
Schaeuble compareció solo ante la prensa para anunciar que no volverá a presentar su candidatura a la jefatura del grupo parlamentario y que tampoco aspira ya a seguir liderando la CDU. La renuncia anunciada de Schaeuble se produjo al día siguiente de una reunión de emergencia del grupo parlamentario de la CDU y de su filial bávara, la CSU, que el veterano político abandonó a la mitad confirmando con ello que había dejado de ser el capitán del barco.
Sus compañeros se volverán a reunir ayer para debatir la cuestión de su sucesor sobre el que deberían ponerse de acuerdo este viernes, aunque la elección formal no se producirá hasta el martes. Las elecciones a la dirección del grupo parlamentario no estaban previstas hasta finales de esta primavera, pero el propio Schaeuble decidió adelantarlas al próximo martes después de que dos delegaciones regionales, las agrupaciones de Renania del Norte Westfalia y Schleswig Holstein, pidieran abiertamente su dimisión.
Schaeuble lleva meses, desde que estalló el escándalo de la financiación ilícita de la CDU en noviembre, tratando de mantener a flote el barco de la Unión Cristianodemócrata y al principio contó con el apoyo de sus compañeros, que estaban asustados y desorientados ante las proporciones del escándalo. El sucesor de Kohl no ocultó ayer que se sintió indignado por la multa impuesta el martes por el Parlamento alemán de 350.000 millones de pesetas al considerán ilegal la financiación de la CDU. La sesión en la que se pidió su dimisión fue convocada después de que el llamado «comité honorífico» del grupo constatara la existencia de contradicciones entre las explicaciones de Schaeuble y las de la ex tesorera Brigitte Baumeister sobre unos los donativos dudosos al partido. Schaeuble, que en enero aún se dejo convencer de que debía seguir al mando de la CDU para liderar la labor de investigación del escándalo y de renovación de las estructuras, terminó declarando que la mejor manera en que puede «servir» al partido es marchándose.