Una multitud reclamó ayer al presidente electo de Chile, el socialista Ricardo Lagos, un juicio al general Augusto Pinochet, que tras 15 meses de detención en Londres tiene posibilidades de ser liberado por razones humanitarias y regresar en los próximos días al país. «Juicio a Pinochet, juicio a Pinochet», exigió con insistencia una multitud calculada en 100.000 personas a Lagos, mientras pronunciaba su primer discurso tras haberse confirmado que había triunfado en la segunda vuelta presidencial, con un 51'32 por ciento de los votos, frente a un 48'68 por ciento del derechista Joaquín Lavín.
Lagos replicó a la multitud con firmeza que durante su Gobierno, los juicios serán resueltos por los tribunales de justicia, «y como presidente respetaré lo que los tribunales decidan», lo que provocó algunos silbidos entre la multitud.
Lagos invitó a la oposición de derecha a sumarse al esfuerzo de su Gobierno, que se propone hacer de la unidad un arma esencial para cumplir las metas que se ha propuesto para los próximos seis años y para cerrar heridas aún abiertas tras la dictadura de Pinochet. «La patria es de todos y la patria nos convoca a todos», afirmó ante la multitud. Lagos será además el segundo gobernante socialista en la historia del país, después de Salvador Allende (1970-1973), a quien dedicó un fugaz recuerdo. En su discurso, que siguió a la confirmación de su triunfo en las urnas y al saludo que le tributó su adversario, el derechista Joaquín Lavín, Lagos marcó desde el comienzo una pauta de unidad como objetivo primordial, al exclamar con énfasis que será «el presidente de todos los chilenos».
Las alusiones a la unidad fueron una constante durante los quince minutos que duró su discurso. Lagos celebró el gesto del derrotado candidato derechista, Joaquín Lavín, de admitir tempranamente el resultado y acudir a saludarle, en una nueva expresión de una antigua tradición de la democracia chilena. Lavín, en tanto, afirmó, al dirigirse a sus desconsolados seguidores que «Ricardo Lagos y Chile pueden contar conmigo, estoy a su disposición».
Lagos se convirtió en el próximo presidente de Chile con una ventaja estrecha de 2'64 puntos, algo más de 208.000 votos, más de lo que calculaban los analistas, que pronosticaron una lucha «voto a voto» con Joaquín Lavín en la segunda vuelta electoral, que por primera vez se hizo necesaria en la historia política del país.
Parte de la ventaja lograda se debe a los comunistas. La secretaria general del Partido Comunista, Gladys Marín, admitió ayer que militantes y electores de la izquierda extraparlamentaria votaron por el candidato socialista por temor a un eventual Gobierno de derecha.