Con besos y lágrimas recibieron en la Casa de Oriente, en Jerusalén Oriental, familiares y amigos a los siete nacionalistas palestinos residentes en esta zona de la ciudad que fueron liberados ayer por Israel, de cárceles de este país.
La liberación fue posible gracias a un indulto del presidente israelí, Ezer Weizman, pues los siete, como residentes de Jerusalén Oriental, son «ciudadanos israelíes» y se hizo en cumplimiento de los acuerdos interinos palestino-israelíes y como gesto de buena voluntad por la fiesta musulmana del Ramadán.
«No podemos expresar nuestros sentimientos. Esto es muy importante para cada palestino, aunque sólo liberen a uno es importante», decía emocionado el hermano de uno de los ex prisioneros, ante el edificio que representa a la autoridad palestina en Jerusalén Este.
Seis de los liberados son militantes de Al Fatah, la principal corriente de la OLP, encabezada por Yaser Arafat, la mayoría condenados por haber colocado cargas explosivas y uno de ellos por arrojar piedras, y el séptimo miembro de un grupo palestino opuesto al proceso de paz.
Pero lo significativo de estas excarcelaciones es que por primera vez los ex presos son de Jerusalén Este y no de los territorios controlados por la Autoridad Palestina (como los 26 liberados ayer), lo que ha sido duramente criticado por la derecha israelí.