La Iglesia ha desoído las peticiones de Israel y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y cerró ayer sus puertas en Tierra Santa, en protesta por la construcción de una mezquita cuya primera piedra será colocada hoy a pocos pasos de la Basílica de Nazaret. Es la segunda vez este año en que la Iglesia, en una medida sin precedentes, cierra sus templos y santuarios.
El cierre es por 48 horas y afecta a miles de peregrinos y turistas en todo el país, en el territorio de Israel y en los palestinos de Cisjordania. La situación podría desembocar en un grave enfrentamiento entre católico y musulmanes palestinos.
Después de la última Semana Santa, las iglesias fueron cerradas por primera vez en protesta por los violentos enfrentamientos entre extremistas musulmanes y cristianos, en los que resultaron heridas unas treinta personas de ambos bandos. El Movimiento Islámico de Israel ha rechazado la petición del Consejo Superior Islámico de Jerusalén oriental para que cancele la ceremonia de hoy a fin de evitar tensiones con la comunidad palestina cristiana, porque «sólo los musulmanes tienen derecho a decidir la construcción de una mezquita», según su comunicado.
El templo musulmán fue autorizado en mes pasado por el Gobierno central de Israel para poner fin a un litigio que ya duraba dos años entre el municipio de Nazaret y el Movimiento Islámico por un solar público que, para satisfacer a ambas partes, fue dividido. En 700 de los 2.000 metros que tiene «el terreno de la discordia» los musulmanes (el 70% de los 60.000 habitantes en la Ciudad de la Anunciación) podrán construir una nueva mezquita junto a la tumba del jeque Shihab e-Din, y los cristianos una plaza de estilo veneciano para los peregrinos que llegarán al país el próximo año con motivo de los festejos del bimilenario del nacimiento de Jesús.