A pesar del férreo pulso mantenido entre Rusia y Occidente por la crisis de Chechenia, los 54 miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa lograron cerrar, al final de dos jornadas de debate y negociación, una nueva «Carta» para la estabilidad europea, así como la versión actualizada del histórico acuerdo de desarme convencional CFE. Estambul fue escenario de un diálogo áspero entre el presidente ruso Yeltsin y los aliados occidentales, que prueba que están aún lejos de cicatrizar las heridas del reciente conflicto de Kosovo. Pero también marcó el comienzo, con el asentimiento de Rusia, de un papel más activo para la OSCE en la solución de las crisis internas que amenacen con desbordar las fronteras nacionales. Como indicó el presidente en ejercicio de la organización paneuropea, el ministro noruego de Exteriores, Knut Vollebaek, cada vez más los conflictos en Europa surgen en el interior de los estados y no entre estados.
Kosovo y Chechenia son los ejemplos más recientes y en ambos casos la seguridad de enteras regiones "los Balcanes y el Cáucaso" se ha tambaleado peligrosamente. Muy suavizado, el párrafo sobre Chechenia le recordó a Moscú «la necesidad de respetar las normas de la OSCE» y de buscar el diálogo con lo que Yeltsin llamó «bandidos» y «terroristas». Rusia dio su acuerdo para una próxima visita «a la región» del ministro noruego, aunque no especificó ninguna fecha.