Hasta 120 de los habitantes de una pequeña aldea de Kosovo, mayoritariamente católicos, fueron ejectuados por las fuerzas serbias al comienzo de la guerra, temen los lugareños.
En la iglesia de San Antonio en Djakovica, cerca de la frontera con Albania, sor Angela contó ayer cómo la cercana aldea de Korenica fue arrasada por soldados yugoslavos y paramilitares serbios.
«Retuvieron a todos los hombres en edad militar y ahuyentaron a
los demás», dijo la monja en la puerta de la iglesia.
Sor Angela afirmó que muchas de las víctimas de Korenica fueron
obligadas a tumbarse en el suelo y un carro de combate pasó por
encima de ellas, versión que no se pudo comprobar.
De lo que no hay duda es de que el ataque tuvo lugar el 27 de abril pasado, al comienzo del segundo mes de los ataques aéreos de la OTAN contra Yugoslavia y, al parecer, los serbios querían vengarse.
Llegaron al amanecer en seis autobuses, disparando y ordenando a
gritos que todos abandonasen sus casas en el plazo de cinco
minutos.
Terminada la guerra, se descubrió que 120 de los aldeanos habían
desaparecido, y desde entonces se ha identificado los cadáveres de
sólo nueve de esas personas.
Un grupo de 40 de los hombres de Korenica enterraron ayer los restos de una anciana, Aine Binakaj, presuntamente asesinada por los serbios y cuyos restos, encontrados en Djakovica, acababan de ser identificados.
Mientras tanton, la Iglesia Ortodoxa serbia logró reunir ayer, por primera vez desde 1997, a los líderes de la oposición, que confirmaron su presencia en una manifestación el próximo día 19 en Belgrado para pedir la dimisión del presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic. A iniciativa del patriarca ortodoxo Pavle se entrevistaron en el Patriarcado en Belgrado los principales líderes opositores, que exigen desde hace mes y medio reformas democráticas y la dimisión de Milosevic.