La guerra de declaraciones entre los conservadores y los aperturistas del régimen de Irán se recrudeció en las últimas horas, en una clara muestra del enfrentamiento por el poder que mantienen los dos frentes en la República Islámica.
El ministro de Enseñanza, Husein Mozafar, hizo ayer una dura crítica del sangriento asalto llevado a cabo por la Policía y radicales islámicos en la residencia de estudiantes de la Universidad de Teherán la noche del 8 al 9 de julio pasados, y dijo que fue «inaceptable, trágico, desagradable, cruel y salvaje».
El responsable del Gobierno defendió también «el desarrollo político propugnado por el presidente (moderado del país, Mohamed Jatamí), que no significa desorden político ni anarquía. Nateq Nuri volvió a acusar a grupos exiliados en el extranjero de promover los desórdenes y, en una clara alusión a Jatamí y su Gobierno, dijo que, de repetirse los incidentes, «la marea (conservadora) arrasará con todo».
Los mandos del cuerpo militar Guardianes de la Revolución, muy radical y, como el resto de las Fuerzas Armadas, bajo el mando directo del líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, cabeza visible de los conservadores, también realizaron fuertes críticas a Jatamí. Veinticuatro oficiales superiores de las Fuerzas Armadas iraníes conminaron al presidente Mohamad Jatami a «tomar las decisiones revolucionarias» que consideran imprescindibles tras las manifestaciones estudiantiles, en una carta abierta publicada ayer.