El ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán, sólo ha recurrido, hasta ahora, a los «pesos ligeros» de las fuerzas represivas del régimen, voluntarios islámicos y policía, para intentar aplastar el movimiento reformista. Para afrontar el reto más grave que ha tenido la República Islámica desde su creación hace veinte años, Jamenei aún no ha utilizado sus principales fuerzas: el Ejército, los Guardianes de la Revolución y los servicios secretos, que permanecen al margen del conflicto.
La participación de cientos de miles de personas en las manifestaciones de ayer promovidas por grupos radicales islámicos, pretende demostrar a los reformistas democráticos el fuerte apoyo del que goza Jamenei, según comentaristas locales. Los poderes del líder supremo espiritual y político son absolutos y por encima de la Constitución y las instituciones.
RETIRADA ESTUDIANTIL
El ayatolá Jamenei, «velayat e fahqui» (el tutor del pueblo),
ostenta el mando directo sobre la Policía y las Fuerzas Armadas.
Para evitar enfrentamientos y en respuesta al llamamiento a la
calma del presidente aperturista Mohamed Jatami, los estudiantes
reformistas iraníes cedieron ayer la Universidad de Teherán a
decenas de miles de seguidores de Jamenei.
Tres manifestaciones de distinto signo estaban convocadas en los alrededores y el campus de la Universidad de Teherán y, de haber coincidido, se podrían haber producido enfrentamientos de consecuencias imprevisibles. El líder ha esperado seis días para actuar y lo ha hecho pocas horas después de que EE UU, «el gran satán» o «potencia arrogante», según la denominación de los radicales del sistema, manifestara su apoyo a los estudiantes reformistas.
Las declaraciones de apoyo de Washington e Israel a los estudiantes universitarios favorables a la democracia fueron consideradas inaceptables por el ministerio de Exteriores de Irán. Su portavoz oficial, Hamed Reza Asefi, aludió a declaraciones hechas por responsables estadounidenses y por el primer ministro de Israel, Ehud Barak, a quienes calificó de «sionistas y ejemplo de la injerencia en los asuntos internos de Irán».
Mientras, las personas detenidas durante los incidentes registrados estos últimos días en las manifestaciones serán juzgadas como «contrarrevolucionarios», según anunció ayer el vicepresidente del Parlamento y secretario del Consejo Nacional de Seguridad, el conservador Hasán Ruhani.