Los jefes de Gobierno del Reino Unido e Irlanda, Tony Blair y Bertie Ahern respectivamente, se reunieron ayer de nuevo en Belfast para conseguir, antes de la medianoche, un compromiso entre protestantes y católicos que salve el Acuerdo de Paz de Stormont, firmado hace ya más de un año. Los dos presidentes presionaron a los partidos que representan a grupos armados, aunque al expirar el plazo no habían logrado el acuerdo.
Como hace catorce meses, el castillo de Stormont vivía ayer una atmósfera tensa, con la presencia de al menos 200 periodistas, decenas de camiones de retransmisión y de tiendas, todo un dispositivo preparado con vistas a la dilatación de las discusiones.
En palabras del líder del Sinn Fein, Gerry Adams, «es el Día D para el pueblo de esta isla», a lo que el jefe de filas de los unionistas, David Trimble, respondía que «es la hora de la verdad para los republicanos», indicando así que espera concesiones de los católicos.
El objetivo de las negociaciones entre Blair y Ahern es encontrar un terreno de entendimiento; Adams quiere que el Gobierno local sea nombrado de inmediato en cumplimiento del acuerdo de Paz, mientras que Trimble, primer ministro designado, exige compartir el poder con el Sinn Fein hasta que su brazo armado, el Ejército Republicano Irlandés (IRA), comience el desarme.
Fuentes próximas a las negociaciones indicaron que las presiones estarían ayer dirigidas contra los unionistas, después de que la jornada del martes estuviese dedicada a conseguir el apoyo del Sinn Fein para un compromiso que establece el nombramiento inmediato de Ejecutivo a cambio de un desarme antes de mayo del 2000.
Este compromiso incluye la publicación, el próximo septiembre, de un calendario para el desarme, al mismo tiempo que la trasferencia de un mayor número de competencias del Parlamento de Westminster al Legislativo autonómico.
La entrega de armas propiamente dicha comenzaría en octubre o noviembre, y concluiría en mayo o junio del 2000, o de lo contrario las instituciones autónomas serían suspendidas. El presidente del Sinn Fein, Mitchell McLaughlin, insinuó ayer el apoyo de su formación a este acuerdo.