Tras dos días de intensas jornadas diplomáticas, los gobernantes de Europa y Latinoamérica fijaron ayer los pilares de un nuevo esquema internacional que permitirá, en palabras del país anfitrión, diversificar los centros mundiales de poder. Los comienzos de ese esquema quedaron levantados al final de la primera cumbre entre la Unión Europea (UE) y América Latina y el Caribe, en una iniciativa que se volverá a repetir en España en el primer semestre del año 2002.
La reunión «histórica», como la calificó el presidente anfitrión, Fernando Henrique Cardoso, no busca reemplazar las iniciativas subrregionales de integración que hay en Latinoamérica, y mucho menos crear inquietudes en otras naciones, como EE UU. «No es un polo contra otro polo, sino que esta relación está basada en una concepción humanista y globalizadora», afirmó Cardoso en la rueda de prensa que cerró la cumbre.
En la última de las dos sesiones de la cumbre, los gobernantes suscribieron los dos documentos de la cita, la «Declaración de Río de Janeiro», que sienta las bases para una mayor cooperación a lado y lado del Atlántico, y las «Prioridades Conjuntas de Acción». «La UE hace una apuesta estratégica, geoestratégica, política y económica por América Latina para el siglo XXI, que afecta a la misma raíz y a los mismos equilibrios de raíz fundacional de la UE», declaró el jefe del Gobierno español, José María Aznar.
La reunión, en la que se abordaron múltiples temas de índole política, económica y cultural, sirvió también para que los gobernantes latinoamericanos analizaran con los europeos fórmulas para proteger a sus mercados de las turbulencias financieras. «Estamos dialogando con los europeos para poder formular propuestas comunes que nos conduzcan a esa nueva arquitectura del sistema financiero internacional», señaló el presidente mexicano, Ernesto Zedillo.