Los militares yugoslavos están dilatando este fin de semana la firma del plan de paz para Kosovo, que supone la retirada casi total de las fuerzas serbias de esa región, más de lo que el presidente Slobodan Milosevic tardó en aceptarlo. «En la delegación yugoslava no existe la disposición para firmar el acuerdo», comentaron fuentes aliadas ayer en Kumanovo. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Javier Solana, confirmó ayer que las tropas de paz entrarán en Kosovo bajo mando único de la Alianza Atlántica.
Explicaron que los militares yugoslavos y aliados tenían sobre la mesa extendidos enormes mapas detallados de Kosovo en los que analizaban las eventuales rutas de retirada de los efectivos yugoslavos. Y es que la OTAN quiere tener bien delimitadas las zonas y el día de la retirada serbia, para evitar interpretaciones equívocas que puedan ser aprovechadas por Milosevic para enturbiar el proceso de pacificación en Kosovo. Se esperaba que contribuiría a las conversaciones la, casi secreta, llegada durante la tarde de ayer a Kumanovo del agregado militar ruso en Belgrado, Yevgueni Barmianovic.
El plan de paz para Kosovo prevé la retirada, en sólo siete días, de los efectivos militares, policiales, paramilitares e incluso de reserva serbios de Kosovo como condición para el cese de los bombardeos aliados contra Yugoslavia. Durante las conversaciones de ayer, que la OTAN insiste no son «negociaciones» dado que la parte yugoslava sólo puede aceptar el documento o seguirán los bombardeos, la delegación encabezada por el general Svetozar Marjanovic, jefe adjunto del Comando Supremo yugoslavo, pidió dos semanas para la retirada.
Justificó tal solicitud con la falta de combustible para el desplazamiento de sus vehículos, provocada por los bombardeos aliados. También exigieron garantías aliadas de que la guerrilla separatista albano-kosovar (UCK) no aprovecharía la retirada yugoslava para ir poniendo bajo su control Kosovo.