Yugoslavia aceptó ayer el plan de paz para Kosovo consensuado entre EE UU, la Unión Europea (UE) y Rusia, mientras la OTAN continúa sus bombardeos. El Parlamento serbio aprobó ayer en una sesión extraordinaria las condiciones expuestas el miércoles al Gobierno yugoslavo por los negociadores de la Unión Europea, Martti Ahtisaari, y de Rusia, Víctor Chernomirdin.
Posteriormente, el presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, también confirmó que su país «acepta el documento para la paz», que «reafirma la soberanía y la integridad territorial de Yugoslavia y el papel de las Naciones Unidas».
El plan aprobado estipula el cese de la represión y la retirada de todas las tropas militares, policías y paramilitares serbios de Kosovo, donde se desplegará bajo cobertura de la ONU, «una presencia eficaz civil y de Seguridad internacional», que constará de un núcleo de la OTAN y un mando único.
Este era uno de los puntos claves del acuerdo y el portavoz de la OTAN, Jamie Shea, señaló ayer que la futura fuerza de paz deberá ser «suficientemente efectiva, robusta y con el núcleo de la Alianza», aunque afirmó que el mando y el encaje de los rusos en la fuerza es algo «que habrá que discutir en el momento apropiado». La OTAN está dispuesta a iniciar el despliegue de la fuerza de paz en Kosovo y cree que los 16.000 hombres acantonados en la Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM) están «perfectamente preparados» para realizar esta misión, dijeron ayer Shea y el portavoz militar de la Alianza, el coronel Konrad Freitag.
Agregaron que la fuerza de paz acantonada en Macedonia tiene elaborados los planes de despliegue, que se pondrán en marcha en el momento en que lo decida el Consejo Atlántico. Una de las primeras obligaciones de las tropas de la Alianza sería también la de desarmar a la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), que en los últimos días ha mantenido intensos combates con los militares yugoslavos cerca de la frontera albanesa.