La OTAN hizo ayer un balance «entusiasta» de la campaña aérea que desarrolla contra Yugoslavia desde hace 61 días, mientras el goteo de refugiados que llegan a Macedonia y Albania desde Kosovo no cesa y la diplomacia para resolver el conflicto permanece en compás de espera. En el balance realizado ayer (hoy se cumplen dos meses del primer bombardeo aliado), la OTAN defendió el mantenimiento de los ataques convencida de que Belgrado cederá ya que, según aseguró el portavoz de la Alianza, Jamie Shea, «a corto plazo nuestra estrategia será efectiva».
Shea dijo que «la maquinaria militar serbia está profundamente deteriorada» y que en estos dos meses se han destruido 550 piezas de equipamiento militar, un tercio de ellas de armamento pesado, 100 aviones, el 75 por ciento de sus baterías de misiles antiaéreos, la mitad de los depósitos de municiones, 11 puestos de mando y los cuarteles generales del Primer y Tercer Ejército yugoslavos.
Asimismo, mencionó que se han cortado las dos principales vías férreas y las dos carreteras que unían Serbia y Kosovo, todos los puentes sobre el Danubio, excepto los de Belgrado, y se han destruido todas las refinerías de petróleo.
Todo ello en 25.000 salidas aéreas que han lanzado 14.000 bombas de las que 10.000 eran de precisión, añadió, por su parte, el portavoz militar, el general alemán Walter Jertz.
Shea no ocultó que las fuerzas serbias todavía continúan con la operación de limpieza étnica en Kosovo, como prueban las nuevas oleadas de refugiados que están llegando en los últimos días a Albania y Macedonia.