Al menos 19 personas, en su mayoría presos, perdieron la vida en la serie de ataques de la OTAN contra la cárcel de Istok, al oeste de Pristina, en torno a la cual no había ninguna unidad o instalación policial ni militar serbia.
«Tras el ataque de hace dos días, habíamos trasladado a los presos al amplio patio central de la cárcel, rodeado por los pabellones con celdas, que habían sido alcanzados en un primer ataque aliado», el pasado miércoles, explicó Aleksandar Rakocevic, jefe de esta institución penitenciaria, la más moderna de Kosovo.
Esa medida habría impedido que el número de víctimas de la serie de ataques registrados ayer por la mañana fuera aún mayor, dado que en la cárcel «Dubrava» en la actualidad se encuentra aproximadamente un millar de presos, gran parte de ellos condenados por pertenencia al separatista Ejército de Liberación de Kosovo (UCK).
Un grupo de periodistas extranjeros, pudo visitar esta cárcel durante la mañana, tras la primera oleada de ataques aliados, que duró dos horas, y en la que unos quince proyectiles cayeron en el recinto penitenciario rodeado por muros de unos cuatro metros de altura.
En el momento en que el grupo de periodistas abandonaba el recinto penitenciario, la OTAN lanzó un nuevo ataque contra esta institución en el que, según el pro gubernamental Media Center, se registraron nuevas víctimas mortales.
La cárcel, rodeada por un alto muro, se encuentra en medio de un descampado a 2 kilómetros de la localidad de Istok, sin que se pudiera observar objetivo policial o militar alguno en la zona que pudiera haber sido el blanco de los ataques. En el interior del patio había gran número de fragmentos de proyectiles guiados por láser de producción estadounidense, en uno de ellos se podía leer «GBU 12».
El campo en torno a la cárcel tenía un aspecto tenebroso, con gran número de cráteres provocados por proyectiles que «no acertaron», con fragmentos de hormigón, ladrillos, vidrio y metralla, mientras que de la tubería para el suministro de agua seguía saliendo agua.