El plato fuerte de la visita de José María Aznar a Moscú no tuvo lugar. El encuentro con el presidente ruso, Borís Yeltsin, previsto para las nueve de la mañana de ayer "hora española", fue finalmente reducido a una conversación telefónica de 45 minutos de duración, según el ministro portavoz del Gobierno, Josep Piqué.
La confusión acerca de las verdaderas razones del desencuentro es incrementada por las delegaciones rusa y española, que se contradicen en sus explicaciones. Mientras que Piqué asegura que el presidente ruso padece una bronquitis y que está en cama fuera de Moscú -en su residencia Rus, situada a 150 kilómetros de la capital rusa-, el portavoz del Kremlin, Dimitri Yakushkin, dice que Yeltsin se encuentra en buena forma, que no sufre enfermedad alguna, ni guarda cama y que trabaja en documentos en su residencia de campo. Según él, la entrevista no estaba en la agenda del presidente ruso.
Piqué hizo hincapié en que no ha habido cancelación ni suspensión, sino un cambio en el formato del encuentro. «No hay ninguna cancelación. Desafortunadamente se encuentra fuera de Moscú y ha presentado desde ese punto de visita sus disculpas al presidente del Gobierno por no asistir a la entrevista personal», aseguró el ministro español desde el Instituto de Relaciones Internacionales, donde Aznar dio una conferencia ante un nutrido grupo de estudiantes.
«La conversación ha sido en términos muy vivos, diplomáticamente en términos muy francos. El tema primordial ha sido el conflicto de los Balcanes, sobre el cual se han expresado opiniones muy distintas», manifestó el ministro Piqué, quien destacó la voluntad de ambos líderes de avanzar «hacia una posible solución diplomática que pueda poner fin a la guerra, siempre salvaguardando ciertas condiciones, que por parte de la OTAN y de España son suficientemente conocidas». Piqué subrayó que Yeltsin no realizó ninguna referencia a un eventual abandono de la mediación rusa.