La idea de una intervención terrestre de la OTAN en Kosovo resurgió ayer cuando el jefe de la diplomacia británica, Robin Cook, declaró que la Alianza Atlántica debería estar lista «para sacar provecho» del impacto que ha causado su campaña aérea sobre las tropas yugoslavas.
En la OTAN, los militares ya han entregado a las autoridades políticas las primeras estimaciones para emprender una acción terrestre, sometida a un acuerdo con Belgrado.
Según fuentes cercanas a la Alianza, ahora son necesarios 50.000 hombres, contra los 26.000 inicialmente calculados antes de la guerra, para asegurar el regreso de los refugiados, reconstruir las infraestructuras destruidas y proteger a la minoría serbia que vive en Kosovo.
La campaña aérea de la OTAN «tiene un impacto muy importante en el terreno en Kosovo y debemos estar preparados para aprovechar esta situación», afirmó Cook a la cadena de radio BBC en referencia a una intervención terrestre.
«Hablé con el jefe del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) el pasado viernes y me confirmó que las tropas yugoslavas están más desmoralizadas que nunca y un número muy importante de soldados sigue desertando», aseguró. Cook repitió que la OTAN no pensaba en absoluto comprometerse en una «invasión armada contra una resistencia organizada» en la provincia serbia, pero, agregó, «son los militares los que tienen que examinar con mucha atención si el ejército yugoslavo, tras los duros ataques que ha recibido desde hace dos semanas, está en condiciones de oponer una resistencia organizada en el futuro».
A continuación recordó que el secretario general de la OTAN, Javier Solana, había autorizado a los militares a actualizar sus planes para incluir una eventual intervención terrestre».
El ministro británico hizo estas declaraciones tras la publicación de informaciones según las cuales el Pentágono advirtió a la administración norteamericana de que sólo el envío de tropas terrestres permitiría ganar la guerra de Kosovo.