El presidente ruso, Boris Yeltsin destituyó ayer a su primer ministro, Evgueni Primakov, apoyado por los comunistas, y nombró de forma provisional en su lugar a su fiel ministro del Interior y hombre duro, Serguei Stepachin. En el comunicado en que explica su decisión, el presidente reprocha a Primakov retrasos en la adopción de orientaciones económicas «estratégicas», algo que nadie comparte en Rusia. Sin embargo, según la prensa ha venido sosteniendo desde hace varios días, el presidente ha cesado a su primer ministro en represalia por el procedimiento de destitución, abierto contra él en la Duma (Cámara Baja del Parlamento). Los diputados comunistas impulsan el procedimiento de destitución contra Yeltsin, cuya tramitación se inicia hoy.
«Es el mayor error que pudo cometer el presidente» declaró el presidente comunista de la Duma, Guennadi Seleznev, quien aseguró que los diputados no renunciarán a analizar, como está previsto, el texto de destitución.
«Es totalmente el estilo de Yeltsin. Siempre prefirió el enfrentamiento en este tipo de situación», comentaba Vladimir Pribylovski, presidente del Centro de Estudios Políticos Panorama. «Esta decisión agravará el aislamiento del presidente», asegura su colega el politólogo Serguei Markov: «Su comportamiento es irracional, porque actúa contra sus propios intereses. Es un error político catastrófico, quizá el último».
Yeltsin envió de inmediato una carta al presidente de la Duma para presentar oficialmente la candidatura de Stepachin, cuyo nombramiento debe ser confirmado por la Cámara Baja. «El Gobierno cumplió la tarea táctica que se le había encomendado, pero la cuestión de la estrategia económica sigue abierta», afirma Yeltsin en un comunicado. «No se puede retrasar seis meses (hasta las elecciones legislativas de diciembre) las decisiones necesarias para reactivar la economía» añade el jefe de Estado.