La Unión Europea decidió ayer ampliar las sanciones contra el régimen del presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, al tiempo que ofreció la asociación a las dos repúblicas vecinas, Albania y Macedonia, que más están sufriendo las consecuencias de la crisis de Kosovo. En un doble gesto de presión sobre Milosevic y de alivio hacia los países más próximos, los Quince comenzaron ayer a explorar las posibilidades de un plan para estabilizar la totalidad de la región de los Balcanes, una tarea en la que la Unión Europea está dispuesta a asumir el liderazgo.
Un día después de clausurada la cumbre de la OTAN en Washington, los ministros de Exteriores de la UE recordaron la misma posición de firmeza respecto al régimen de Belgrado y su decisión de seguir apoyando la estrategia de la «máxima presión».
Dicha estrategia incluirá desde finales de esta semana un embargo de petróleo, gasolina y lubricantes "tres elementos básicos para hacer la guerra", cuya observancia concreta será confiada sobre todo a los navíos de la Alianza Atlántica.
Con un valor más político que práctico, los Quince acordaron también extender el esquema de sanciones que pusieron en marcha en 1998, y que incluye un embargo aéreo, la prohibición de conceder visados a personalidades yugoslavas y serbias, la congelación de fondos yugoslavos en el extranjero y la prohibición de invertir en la República Federal de Yugoslavia.