Las fuerzas militares serbias y la policía especial siguen adelante, bajo órdenes de Belgrado, con «la estrategia de vaciar Kosovo» y practicando la política de «tierra quemada». Ayer, al cumplirse una semana de la luz verde dada por Javier Solana para que la fuerza aérea aliada empezara a atacar posiciones militares serbias en Yugoslavia con el objetivo de evitar que Slobodan Milosevic siguiera adelante con la limpieza étnica en Kosovo. Según detectaron sus «aviones-espía» de la OTAN, las tropas serbias obligan a los albano-kosovares a abandonar sus casas para luego incendiar el pueblo o incluso la ciudad. Según fuentes de la Alianza, al menos seis pueblos han sido incendiados y la mitad de la capital, Pristina, es pasto de las llamas.
El portavoz de la OTAN, Jamie Shea, concretó que el progresivo debilitamiento militar serbio no impide a Milosevic dirigir desde Belgrado una estrategia para vaciar Kosovo, echando a los civiles de etnia albanesa de sus hogares y procediendo después a quemar las poblaciones, como la de Pec, localidad de 100.000 habitantes que fue totalmente arrasada. Los informes de los que dispone la OTAN hablan incluso de que en el valle de Pagarusha se está atacando con artillería pesada con grupos de refugiados albanokosovares para obligarles a salir de la provincia. Además, se están separando a los hombres de las mujeres y niños. Limpieza étnica que tiene también como objetivo buscar a los firmantes del acuerdo de paz de Rambouillet.