La tercera jornada de conversaciones sobre el futuro de Kosovo en París se desarrolló en un ambiente de pesimismo y sólo con la presencia de la delegación serbia, sobre la que la comunidad internacional ha concentrado sus presiones y advertencias, llegando incluso a señalar que el tiempo y la paciencia se agotan. Mientras, continuaron los combates en la provincia y volvió el diálogo pre-bélico.
El mediador de la Unión Europea en las negociaciones de Paz para Kosovo, Wolfgang Petrisch, advirtió que las conversaciones concluirán «en cuestión de horas», y que, de hecho, una vez transcurrido este plazo la comunidad internacional ya no estará «disponible» para continuar el diálogo.
«Es sólo una cuestión de horas. Más allá ya no estaremos disponibles para negociaciones y discusiones sobre el acuerdo», apuntó Petrisch, declaraciones que dejan entrever el pesimismo acerca de la posibilidad de que la delegación serbia acepte finalmente el proyecto de acuerdo, ya aprobado por los albano-kosovares.
Por su parte, Washington señaló, a través del Departamento de Estado, que el mediador Christopher Hill constata día a día que, «por desgracia y tristemente para la Paz en Kosovo», Belgrado no está negociando con seriedad.
Como en días anteriores, el problema es que los serbios se niegan a discutir «los aspectos militares» que afectan a la aplicación del acuerdo, es decir el despliegue de una fuerza multinacional dirigida por la OTAN. Además, la delegación serbia ha «reabierto cuestiones políticas» que ya se consideraban resueltas en Rambouillet, donde se produjo el mes pasado la primera ronda de conversaciones. Estas modificaciones, relativas a la amplia autonomía que el acuerdo concede a los albano-kosovares, fueron expresamente reclamadas ayer por el presidente serbio, Milan Milutinovic.