El primer ministro ruso, Evgueni Primakov, se está tomando libertades con la democracia y la Constitución en nombre de la estabilidad política, poniendo en evidencia, según los analistas, sus propias ambiciones presidenciales. Su intención de nombrar a los gobernadores supone en realidad una vuelta a las prácticas de la antigua URSS.
Primakov, uno de los políticos más populares de Rusia, comenzó por colocar a sus antiguos subordinados del KGB (servicio secreto ruso, del que fue director), en los puestos estratégicos.
Después se presentó a la población como el garante de la
estabilidad política, al proponer un pacto de no agresión con el
presidente.
Este pacto fue reconocido ayer por el presidente ruso, Boris
Yeltsin, quien reveló implícitamente que ha sellado un pacto con
Primakov para seguir ambos en el poder hasta los comicios al
Kremlin en el año 2000.