Las negociaciones sobre Kosovo se abrieron ayer en las afueras de París "con tres horas de retraso", con la presencia de todas las partes en pugna, en un clima de tensión que vuelve aún más incierto el desarrollo de estas conversaciones impuestas por la comunidad internacional.
Las delegaciones llegaron por separado al castillo de Rambouillet, a unos 50 kilómetros de la capital de Francia, para tratar de terminar con el actual conflicto armado en la provincia poblada mayoritariamente por albaneses.
Los 13 miembros de la delegación serbia y los 16 albaneses se sentaron por primera vez unos al lado de los otros en el comedor del castillo para escuchar el discurso del presidente francés Jacques Chirac y de los dos copresidentes de la reunión, los ministros de Asuntos Exteriores británico y francés.
El presidente francés recordó que los delegados serbios y albaneses kosovares deberán otorgar una «autonomía sustancial» a la provincia serbia. Chirac también pidió a las delegaciones que manifiesten su «voluntad de paz», al tiempo que advirtió que Europa no tolerará que continúen los enfrentamientos.