En su discurso inaugural, el ex golpista Chávez soltó la esperada bomba: la convocatoria inmediata "ayer mismo, al término de un consejo de ministros extraordinario" de un referendo sobre la necesidad de elaborar una nueva Constitución. Este ha sido su caballo de batalla desde su intentona golpista en 1992, que pagó con cuatro años de cárcel, y éste ha sido su primer acto de gobierno: liquidar, por considerarla «letra muerta», la Constitución de 1961.
Acto seguido, la segunda bomba del discurso, igual de esperada que la primera: también ayer mismo, Chávez solicitará al Congreso poderes extraordinarios para gobernar. Chávez, quien aclaró que no va a aprovechar esos poderes especiales para suspender garantía constitucional alguna, justificó su petición en su opinión de que el país se encuentra en estado de «emergencia social».
El nuevo presidente venezolano explicó que solicita la llamada «Ley Habilitante» (poder para gobernar por decreto, en su caso sobre asuntos económicos, según explicó) porque «el objetivo fundamental» de la Asamblea Constituyente «es político pero no es económico ni es social en lo inmediato».
«El gobierno que yo he empezado a dirigir hoy (ayer) tiene que enfrentarse a una situación heredada terrible», dijo, y agregó que el país que recibe es una «bomba social que puede estallar en cualquier momento».
En su discurso, de una hora y cuarenta y cinco minutos, Chávez expuso la que denominó «teoría de las catástrofes»: Venezuela ha sufrido en el último cuarto de siglo tres graves crisis que nunca fueron solucionadas y que han desembocado en lo que él considera total hundimiento de la sociedad.