El procedimiento aprobado por el Senado de EE UU para juzgar a Bill Clinton favorece al presidente, ya que puede evitar la declaración de testigos y permite una moción para desestimar las acusaciones en su contra.
Las normas, pactadas tras duras negociaciones, fueron aprobadas en el Senado por unanimidad, lo que constituyó un intento de recomponer un espíritu de «justicia imparcial» tras el durísimo ambiente que hubo en la Cámara de Representantes.
La posibilidad de que no haya testigos y de que se produzca un final rápido del juicio habían sido pedidas por la Casa Blanca. «Confiamos en que este asunto pueda resolverse rápidamente», dijo uno de los abogados de Clinton, Greg Craig. En cambio, varios republicanos se han lamentado del acuerdo, ya que creen que no permitirá un juicio completo al presidente.
Los máximos dirigentes del Senado insisten en que, según el acuerdo, los testigos sólo serán llamados, en bloque, si la Cámara lo considera necesario, y después de una votación por mayoría simple. Además, su declaración sería a puerta cerrada.
«Se necesita que haya 51 senadores que digan que la presencia de testigos añade algo» a los testimonios ya presentados ante el gran jurado, señaló el republicano Bill Frist.
Pero con la actual distribución de escaños (55 republicanos y 45 demócratas), basta con que seis republicanos se pasen al bando contrario para bloquear la comparecencia de testigos.
Y son bastantes los senadores republicanos, empezando por su líder, Trent Lott, escépticos respecto a la necesidad de que los testigos acudan para contar lo que todos saben, que fue recogido en los testimonios ante el gran jurado.