Alemania asumió ayer la presidencia de turno de la Unión Europea (UE), durante la que su principal objetivo será la creación de un Pacto por el Empleo y su mayor reto, la aprobación de las reformas financieras contenidas en la Agenda 2000, que suponen para Alemania pagar menos a los países pobres comunitarios. Mientras que entre los socios comunitarios existe un amplio consenso respecto a la necesidad de flanquear con una iniciativa europea las medidas nacionales para mejorar el mercado laboral, no están tan de acuerdo en lo relativo a las reformas de la política estructural, financiera y agrícola de la UE.
Pese a que en el seno de los Quince todavía existen claras diferencias en torno a cómo deberá diseñarse el marco financiero hasta el año 2006, el Gobierno del canciller Gerhard Schroeder se ha propuesto llegar a un acuerdo hasta la cumbre extraordinaria de Bruselas, el 24 y 25 de marzo. Para que la UE pueda acoger a sus futuros socios del este de Europa, Bonn desea un consenso que no implique una nueva erosión de las arcas comunitarias y que además posibilite una reducción de las contribuciones alemanas.
Schroeder quiere solucionar la Agenda 2000 en conjunto y entre las propuestas a desarrollar figura una reducción escalonada de los gastos agrícolas, que incluye la posibilidad de una cofinanciación por parte de los Estados miembros. Respecto a la política estructural, Bonn «quiere concentrar las ayudas financieras en las regiones más necesitadas», según señala Schroeder en un artículo para la edición de Año Nuevo del diario económico «Handelsblatt».