El presidente iraquí, Sadam Husein, rindió ayer homenaje a la resistencia de su pueblo por el comportamiento mostrado durante los cuatro días de ataques lanzados sobre el país por las fuerzas norteamericanas y británicas, y expresó su deseo de que «Dios le conceda la victoria».
«Habéis respondido a lo que esperaban vuestros dirigentes y esperamos que Dios nos conceda la victoria», declaró el jefe del Estado en su primer discurso televisado a la nación, después de que el presidente norteamericano, Bill Clinton, y el primer ministro británico, Tony Blair, anunciaran en la noche del sábado el fin de la operación Zorro del Desierto, una virulenta campaña militar que ha dejado caer sobre Irak más misiles de crucero que en la Guerra del Golfo de 1991.
«Vuestro coraje ha despertado a aquellos que dormían, los débiles, que son numerosos en el mundo árabe», añadió el mandatario iraquí, en una explícita crítica al mundo árabe por no expresar su rechazo al ataque. Mientras, la radio oficial emitía canciones y poemas proclamando la salida «victoriosa» de Irak. Los ataques angloamericanos se han saldado con la muerte de 73 personas, según un balance confeccionado a partir de los comunicados oficiales iraquíes.
Estos ataques merecen «una respuesta internacional» contra Estados Unidos, afirmaba ayer el diario «Babel», dirigido por Udai, el hijo mayor del presidente Husein.
Clinton hizo coincidir los ataques con su proceso de
destitución en el Congreso
Varios periódicos europeos y de América Latina vincularon ayer el
fin del ataque de EE UU y el Reino Unido contra Irak con la derrota
del presidente estadounidense, Bill Clinton, en el Congreso de su
país, donde intentó impedir la apertura del juicio político para su
eventual destitución. El diario argentino «Clarín» fue el más
incisivo al afirmar en su portada que el presidente estadounidense
«lanzó los ataques contra Irak cuando iban a debatir su juicio
político por los escándalos sexuales. Y los detuvo ayer (el sábado)
justo cuando se aprobó el proceso. El caso puede terminar con su
destitución si el Senado le vota en contra. Justificó el fin de la
guerra argumentando que se habían cumplido los objetivos».