La preocupante falta de médicos y las medidas para conseguir captarlos y fidelizarlos; la situación de Atención Primaria o la salud mental como la pandemia silenciosa en la que se ha convertido y su repercusión en el mismo colectivo fueron los principales temas a debatir en el ya clásico cara a cara entre las diversas formaciones políticas organizado por el Col·legi de Metges de Baleares (COMIB) para las elecciones autonómicas. El presidente de la entidad, Carles Recasens, fue el encargado de moderar el encuentro que se alargó hasta las dos horas y media.
Podría pensarse que la consellera de Salut, Patricia Gómez, representante del PSIB y número 3 de su lista al Parlament, partía con ventaja. Sin embargo el público era buen conocedor de los déficits que, pese a las iniciativas realizadas, arrastra el sistema. «Hemos cumplido el 95 % de lo que dijimos», comenzó. Y presumió de la contratación de 5.000 profesionales más durante las dos legislaturas y de un incremento de 900 millones de euros en el presupuesto. Su momento más complicado fue al defender que «la carrera profesional se está pagando», aunque tras los abucheos del público matizó: «está congelada desde 2018 pero no se ha dejado de pagar».
Javier Ureña (PP) empezó su discurso con un eslogan: «La sanidad balear está hoy peor que hace ocho años». Y a partir de ahí, criticó una «errática política de recursos humanos, tal y como manifiestan los mismos profesionales». El jefe de los servicios jurídicos del Hospital de Inca tiró de listas de espera y de una asistencia sanitaria desigual y propuso «la construcción de vivienda específica en las zonas en las que hagan falta sanitarios», así como una deducción autonómica en IRPF para quienes ocupen plazas de difícil cobertura. Ureña asegura que el PP quiere blindar el presupuesto sanitario y hacer una auditoría a las cuentas de salud.
Esperança Sans (Podemos) se preguntó «qué hubiera pasado si hubiéramos tenido que afrontar la pandemia con los recursos que nos encontramos en 2015». La representante del partido morado defendió una sanidad «pública, universal y gratuita», que «todavía tiene retos por afrontar» como la falta de profesionales y que «hoy no es posible». Sans rechazó el copago sanitario porque «la sanidad no es un negocio sino un derecho universal», una frase que arrancó los aplausos del público.
Juanma Gòmez (Ciudadanos) desmontó el análisis triunfalista de la consellera: «lo que dicen los usuarios y sindicatos no casa con lo que vende el Govern. El 25 % de los médicos de Atención Primaria se jubilan. Hay inequidad territorial en la atención sanitaria. Hemos cerrado Unidades Básicas porque el médico estaba de baja...», enumeró. El representante de Ciudadanos se mostró a favor de colaborar con la privada y defendió la necesidad de desburocratizar la labor del médico.
Albert Pou (Més per Mallorca), en línea con Podemos, defendió la sanidad pública que, añadió, debe ser «de calidad, sostenible y eficiente». Para ello, se requiere de una «profunda transformación y de reorientarla hacia nuevos problemas como la salud mental o la cronicidad». Unas Islas «habitables», dijo, ayudarían a captar profesionales, pero también nuevas medidas de desarrollo profesional.
Miquel Munar (El PI) cree que hay que afrontar la saturación del sistema sanitario a través de reformas estructurales e implantando medidas de copago, "somos el único país de Europa que no lo hace", si bien aclaró que debería ser "en función de las posibilidades de las personas". Este partido apuesta por un gran pacto sanitario y porque los consells insulares gestionen bolsas inmobiliarias para facilitar una vivienda a los sanitarios.
Idoia Ribas (Vox) dejó dos conceptos muy claros durante su intervención: este partido quiere recentralizar la sanidad pública en manos del Estado, pues «es insostenible que haya 17 sistemas sanitarios diferentes, uno por cada comunidad»; y «hay que dejar de exigir el catalán porque es una barrera de entrada para los médicos», alegó.