Pronto, demasiado pronto para los que afrontan con pereza la próxima cita electoral, incluidos, y especialmente, los periodistas que la cubrirán. Las campañas, las del día a día y la lluvia fina, cada vez empiezan antes y, aunque no sean las oficiales, ya tienen apellidos en el caso de Palma. Aún no hay grandes carteles, ni mítines, ni propaganda en los buzones, pero cuatro meses antes del día E ya sabemos entre quienes se disputarán la vara de alcalde y el sillón central en la sala de plenos. Cartas boca arriba. Todos los candidatos ya designados y todavía quedan 120 días antes de acudir a las urnas. Esto se va a hacer largo, aviso.
Ningún partido se ha querido quedar atrás y, de momento, aparte de ponerles cara al programa, calientan ambiente con visitas a barrios y sectores, campañitas en redes sociales y con cuñas electorales que van colando en sus ruedas de prensa. Los partidos han aprendido que en tiempo de avalancha de información, cuando esta caduca antes que nunca, un día sin candidato y mensaje es un día perdido. Y se han puesto las pilas, y algunos sufriremos las consecuencias.
Hay ganas de elecciones. En los pasillos del Ajuntament se nota. Unos, los que mandan, porque quieren refutar, con cifras tangibles vía Ley d'Hont, que la cascada de críticas que reciben de la oposición son injustificadas y que gestionan bien. Los segundos, los que aspiran, porque consideran que el Pacte de izquierdas está agotado tras dos legislaturas y el municipio necesita cambio de rumbo. Ahora, cada una de sus acciones, de sus propuestas, está encaminada a sumar votos obviando, ya que están en feines, las que restan. Saben que con suerte les merecerá la pena. Son cuatro meses de esfuerzo extra, uno por cada año de gobierno. Si ganan, es un buen premio, pero esto, no sé si lo he comentado, se hará largo.