Quien pierde los cara a cara suele ser quien más se juega en ellos, en este caso, la presidenta del Govern, Francina Armengol, que podía haber evitado el trance y arriesgó mucho al aceptar la invitación de IB3, un formato que castiga más al que gobierna que al aspirante, que siempre puede apostar más alto en una situación desesperada. La jugada le salió bien porque estuvo contundente, clara y directa y probablemente logró así aumentar su rédito de votos a costa de sus socios, Miquel Ensenyat y Juan Pedro Yllanes, que se quejaban en las redes de la celebración de un debate antiguo que nada tiene que ver con la pluralidad política actual. Tienen razones para estar preocupados porque ven cómo, cada día que pasa, la candidata del PSIB mejora sus expectativas para este domingo. Ayer volvió a subir.
Armengol puede darse por satisfecha del debate en ese sentido, pero muy probablemente también salió con mal sabor de boca porque si su intención era dar la puntilla a un agonizante Gabriel Company, no lo consiguió. De hecho, el cara a cara de ayer sirvió para todo lo contrario porque la presidenta convirtió a Gabriel Company en el líder de la oposición y en el referente del centro derecha balear. El líder ‘popular' carece de los recursos de la presidenta, mucho más bregada en lides parlamentarias, y tiende a adentrarse en arenas movedizas cuando improvisa, se enreda y en ocasiones cae en el comentario chusco. Ayer, no fue uno de esos días, así que gracias a Armengol y por contraposición a ella, Company recuperó el trono de jefe de la oposición y tal vez arrancó algunos votos que podrían haber ido a sus rivales Jaume Font, Marc Pérez-Ribas o Jorge Campos.
Pero además de para renacer a Company como líder de la oposición, el cara a cara de IB3 sirvió para que quedara claro el compromiso de que no pactará con extremistas. «No me compensa», señaló, en un misterioso mensaje que deja la puerta abierta a muchas interpretaciones políticas.
El debate, moderado con soltura y acierto por la periodista Elena Serra, siempre solvente, tuvo momentos tensos, especialmente cuando Company insinuó que Armengol presionaba a los profesores para que aprueben y así baje la ratio de fracaso escolar. «Ya está insultando a los docentes», dijo la presidenta. También hubo tensión en el debate sobre vivienda, que llevan repitiendo toda la campaña, y en el de depuración de aguas.
Los reproches de Armengol a los recortes de la época de Company como conseller tuvieron una misma respuesta: que hubo ajustes porque el Govern de Francesc Antich había dejado la Comunitat Autònoma en quiebra. En ese pasado también apareció Jaume Matas, pero si hubo un gran ausente en el debate fue José Ramón Bauzá. Empotrado en las filas de Cs, ha dejado de ser la bala mortífera de la izquierda contra el PP.