La mayoría de partidos (no todos) tienen muy claro que la populosa Palma, cuyo Ensanche está «libre» de clientelismos, será clave para decidir el resultado electoral de las próximas autonómicas.
Quien lo ve con más nitidez es el PP balear, cuyo presidente, Biel Company, ha hecho lo indecible hasta conseguir que Mateu Isern sea el candidato a alcalde. Lo ha logrado y eso le da una enorme seguridad personal y para su partido.
El PSIB-PSOE también sabe que Ciutat es el escenario central de la contienda, por lo que los socialistas están multiplicando los movimientos para que el «flojo» José Hila pueda verse «rodeado» de una lista de electoral potente y atractiva. Si Hila falla más de la cuenta, Armengol también puede verse afectada muy afectada. Tampoco se espera que Antoni Noguera supere el listón de las pasadas municipales, pero sí puede aspirar a mantener posiciones, «lo cual ya sería mucho».
La gran incógnita es «el general». Fulgencio Coll, hijo de gobernador civil y presidente de la Diputación el los tiempos del franquismo, y nieto de alcalde franquista de Palma, es hoy por hoy un misterio electoral. En el PP hay una cierta tranquilidad con «el general».
Consideran que puede obtener un buen resultado en el Casc Antic, pero que es un perfecto desconocido en las barriadas, donde «su porte aristocrático y altivo pocos votos le va a reportar». Pero nadie acierta a ver en estos momentos el techo de Coll, por lo que sus movimientos van a ser seguidos con lupa. El PP no le va a atacar, al menos de forma directa, porque puede ser clave para la designación de Mateu Isern como alcalde. Pero a nivel del boca-a-boca ya será otra cosa, sobre todo en las barriadas. Todo se hará dentro de «las reglas del señorío». Ambos pertenecen y están emparentados con las mejores familias de Palma. Son del mismo círculo y nivel social. Y eso puede determinar el pacto final para Palma y quién sabe si para el Govern.
Pero la gran incógnita palmesana, clave para decidir el resultado no sólo palmesano sino también autonómico, en basa en dos enormes dudas: Podemos y Ciudadanos, que ahora mismo son dos pozos de incertidumbre.
Los podemitas presentan de candidato a alcalde a Alberto Jarabo, que llega rebotado y entumecido del Parlament después de varios años de peleas fratricidas. El meollo podemita donde se toman las decisiones (precisamente en el Ensanche de Palma) no ve, ni mucho menos, ahora mismo a Jarabo como una máquina de cosechar votos. Todo lo contrario. Es posible que pierda un buen puñado. Por eso están preparando una campaña centrada en «su señoría», en Juan Pedro Yllanes, para que «acapare todo el protagonismo». Es una apuesta arriesgada, pero los podemitas no tienen otra carta a jugar. El grueso de su fuerza electoral depende de Palma, donde Yllanes se mueve como pez en el agua (al contrario de la Part Forana). Pero les resulta dramático comprobar que sus actuales concejales podemitas no han hecho prácticamente nada por el Ensanche de Palma, que fue quien les aupó a Cort, donde se han dedicado a sestear, a pelearse entre ellos y a no dar palo al agua. Yllanes tiene muchísimo que remontar en la capital después de la decepción que han provocado los regidores podemitas.
Otro misterio es Ciudadanos. Su grupo municipal tampoco se ha hecho notar demasiado. El PP se frota las manos porque no ven en C,s a un adversario serio en Palma. Y eso que son, teóricamente, un partido 'urbanita'. El PP se preocupó ante la posibilidad de que el candidato a alcalde fuese Joan Mesquida. Pero han respirado tranquilos al comprobar que la «camarilla que manda en su grupo municipal» le ha cercenado el paso a Mesquida. Los peperos ven que el flanco de Ciudadanos «ya no es una amenaza seria».
El gran beneficiario de esta correlación de fuerzas que se está articulando no es en primer lugar Isern, sino Biel Company, que ve «seguro» mantener al menos posiciones o crecer ligeramente en la Part Forana en Menorca e Ibiza, mientras la presencia de Isern le puede reportar muchos votos en Palma «ante la debilidad de los competidores más directos».
Así está la situación a sólo cuatro meses y varias semanas de la gran cita electoral. Si Podemos pega un bajón significativo en Palma, puede dejar medio desplumada a toda la izquierda y el cambio político podría producirse.