Cuando todo va bien

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En el tercer encuentro de Empresarios en Positivo organizado por Onda Cero Menorca y Caixabank de hace escasas semanas, noté una menor asistencia de público respecto a otras ediciones. Ya se sabe que cuando todo va bien, el interés por saber lo que dirán los gurús deja de ser menos transcendente que en época de vacas flacas. Tras la intervención del profesor del IESE, Javier Díaz Giménez, me quedó claro que la economía va bien a pesar de todo, que las bolsas están eufóricas, que el consumo sigue tirando, que se están cumpliendo los pronósticos de crecimiento del Producto Interior Bruto en nuestro país, que no hay previsto ningún cambio de rumbo ni aterrizaje de este viento de cola que nos sigue propulsando e incluso hizo una apuesta ante sorpresa de los presentes, de que el Banco Central Europeo no va a bajar los tipos de interés este mes de junio como todo parece indicar.

Díaz Giménez habló siempre de macroeconomía, pero no perdió de vista que, en el fondo, la macroeconomía es el resultado de la microeconomía, de la suma del esfuerzo de las familias, de sus empresas y sus administraciones públicas y que lo que hacemos entre todos en Menorca, va construyendo su futuro.

A pesar de los pesares y del complejo entorno geopolítico y amenazante, nos recordó que las familias están gastando y tienen ganas de hacer vacaciones como sea. Y pese a que el profesor nos dijera que todo va bien, los precios de los alimentos van a continuar igual de altos. Porque detrás de esta aparente bonanza, también estamos construyendo una sociedad cada día más compartimentada entre los que pueden y los que no pueden.

Sin embargo, contra más difícil se pone todo, parece como si el turismo o mejor dicho, la compra de experiencias, se ha convertido en la válvula de escape para cualquier situación. Por eso, vayamos donde vayamos del planeta, parece que no pueda caber un alfiler más. Son los peajes que genera cualquier industria cuando funciona a pleno rendimiento, como cuando Gran Bretaña era un titán en la producción de carbón y llegó a colapsar con aquel famoso episodio de niebla tóxica que estranguló las calles de Londres. Pensar y poner límites es cuestión de tiempo en Balears pero también en todas partes.

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