Desde comienzos de este año 2022 Suecia ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea hasta el 30 de junio, fecha en la que será sustituida por España. En estos momentos los gobiernos de ambos países tienen posiciones claramente diferentes respecto al papel que debe desempeñar la Unión Europea.
En Suecia la alianza «burguesa», dirigida por el conservador Ulf Kristersson y apoyada por la extrema derecha, en el poder tras elecciones del pasado mes de septiembre, se enfrenta a un cierto desencanto de la población. Las encuestas señalan que si se repitieran hoy las elecciones las volvería a ganar el partido socialdemócrata -que no pudo gobernar, aunque obtuvo el 34% de los votos-. Como en el resto de Europa, las quejas surgen a causa de la inflación, superior al 11%, especialmente en el campo de la energía, del combustible para el automóvil. La carne y la leche que se han disparado con incrementos de un 25%.
Los altos tipos de interés, que continúan al alza, afectan al 30% de las viviendas hipotecadas, un porcentaje muy alto en la Europa central y del norte. Los suecos han descubierto que «se hace campaña con poesía, pero se gobierna en prosa». La violencia, muy presente durante la campaña electoral, no ha disminuido y la desigualdad entre la población, continúan aumentando.
El sistema fiscal no ha sido tocado. El IRPF, con un tipo único del 30% hasta los 54.000 euros anuales, que va íntegramente a los ayuntamientos, puede aumentar hasta el 50% -la diferencia la administra la Administración Central-. Los beneficios de las empresas cotizan al 30%, pero no hay impuestos a la riqueza ni a las herencias. Suecia es uno de los países con más multimillonarios -más de 1.000 millones de euros- de Europa.