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Antoni Riera, director técnico de la Fundación Impulsa: «El objetivo no son 16 millones de turistas»

Antoni Riera considera que la COVID-19 ha cambiado para siempre el turismo de masas. | Pere Bota

| Palma |

El director técnico de la Fundación Impulsa Antoni Riera considera que ahora es el momento de tomar decisiones estratégicas. Anticipa que el turismo de masas cambiará de forma radical y que el objetivo no es recuperar 16 millones de turistas.

¿Cuál es la situación de la economía balear?
- Llevamos ya cinco meses conviviendo con la COVID-19 y aún estamos lejos de dar una solución definitiva a sus consecuencias sanitarias y económicas. La preocupación por la salud pública y las medidas restrictivas de la actividad económica nos sitúan ante un escenario económico recesivo que se extenderá, muy probablemente, a lo largo de los próximos dos años.

Usted fue el primero en advertir, en el mes de abril, que la crisis se extendería a 2021, ¿y ahora añade un año más?
- En aquel entonces me preocupaba que se manejara un escenario de hibernación de la actividad económica hasta abril de 2021. Solo puse de manifiesto que las consecuencias negativas de una hibernación se extienden más allá del periodo de hibernación, y descarté una salida en forma de ‘V'. Desde entonces no he cambiado de parecer.

¿Cómo saldremos de esta crisis?
- No podemos aspirar a una recuperación de la actividad económica sin resolver el problema sanitario. La incertidumbre asociada a la relajación temporal de las medidas restrictivas, independientemente su amplitud, no permite impulsar la recuperación económica. Solo caben dos opciones: o esperar una vacuna o forjar una estrategia económico-sanitaria que traduzca incertidumbre por riesgo y sea capaz minimizar a la vez el impacto sobre la salud y la economía, a corto y medio plazo. Yo optaría por lo segundo.

¿El problema ahora es la incertidumbre y no el virus?
- El problema ha sido siempre la incertidumbre. En lo sanitario, porque se desconocían y se desconocen muchos aspectos del comportamiento del virus, y en lo económico porque actuar en problemas complejos siempre lleva consigo información incompleta que no facilita la medición de costes y beneficios. Prueba de ello es que incluso la principal medida que ha dispuesto el Gobierno para sostener la actividad económica, la ampliación y flexibilización de los ERTE, no ha estado tampoco exenta de incertidumbre. Las previsiones pueden cambiar en poco tiempo y es necesaria una estrategia integral de economía y salud. Hay que diferenciar muy claramente entre riesgo e incertidumbre. Los empresarios, los bancos, las familias... se manejan perfectamente en situaciones de riesgo, se evalúan y se adoptan decisiones. En cambio, una situación de incertidumbre acostumbra conllevar a una situación de parálisis.

¿Qué piensa usted del Plan de Reactivación del Govern?
- No creo que sea un Plan, sino una batería de medidas clasificadas en torno a ocho ejes.

Las previsiones de ingresos del Govern apuntan a una caída de entre 360 y 430 millones de euros. ¿Significa esto que habrá recortes?
- Prefiero pensar que habrá una reasignacion inteligente en los próximos presupuestos. Recortar es sinónimo de no gestionar.

¿Qué deberían priorizar los próximos presupuestos?
- El aumento de la inversión pública para estimular la demanda agregada, el sostenimiento de las transferencias de renta para apoyar a la población más vulnerable, la variabilización del gasto fijo ante las contingencias que puedan ocurrir, la restructuración de la deuda incluyendo la de las empresas para hacer frente al sobreendeudamiento, el condicionacimiento de las ayudas y subvenciones a la mejora efectiva de la colaboración público-privada, la facilitación de las fusiones para que empresas solventes puedan absorber empresas “zombies”... ¡La lista es larga!

¿Es usted partidario de subir o bajar los impuestos?
- Depende de lo que vayamos a hacer con el fondo europeo de reconstrucción contra la COVID-19. La economía es una ciencia de incentivos y desincentivos. El fondo europeo nos da la oportunidad de incentivar la transformación de nuestro sistema económico, social y ambiental. Si fuéramos capaces de hacer una buena asignación del fondo a nivel nacional o regional, yo sería partidario de doblar la apuesta y sumar otros incentivos en forma, por ejemplo, de bajada de impuestos en determinadas áreas mientras se suben en otras. Entiendo que la deuda es enorme, pero lo importante, en todo caso, es para qué se utiliza la recaudación. No basta hacer el agujero más pequeño, hay que reorientar el crecimiento.

Madrid estudia subir el IRPF a las rentas más altas. ¿Estaría de acuerdo?
- Anunciar subidas de impuestos sin concretar su contenido o hablar en genérico de derogar reformas como la laboral no ayuda en nada, pues solo alimenta la incertidumbre. En un momento como el actual, en que deberemos tomar decisiones estratégicas de gran relevancia, trabajar en favor del consenso político es la única opción.

¿Nos falta diálogo?
- Nos falta participación. Informar o dialogar no es lo mismo que participar. Es preciso asegurar la involucración activa de todos los actores, a fin de construir una gobernanza territorial que exprese la voluntad y convicción colectiva de forjar una agenda estratégica para la reconstrucción de la economía, incorporando los desafíos existentes en el plano productivo, ecológico, social, institucional y sanitario.

¿Qué piensa del impuesto a las grandes fortunas que propugnan algunos partidos?
- Le contestaría lo mismo que respecto de la subida del IRPF, pero le añadiría dos cosas. La primera, que es pura demagogia pensar que se podría acabar con todos los recortes y subidas de impuestos simplemente haciendo pagar más a las grandes empresas y grandes fortunas. Y la segunda, que es una falsedad pensar que el fraude fiscal lo cometen mayoritariamente las grandes empresas y grandes fortunas. Tristemente, en las pymes también hay fraude.

¿Qué opinión le merece el Ingreso Mínimo Vital?
- Políticamente, es la prueba más reciente de que el consenso político es posible. Socialmente, consigue homogeneizar y armonizar los sistemas de rentas de inserción ya existentes para hacer frente a la pobreza y en particular a la pobreza infantil, igualando todas las comunidades. Económicamente, es también algo muy deseable aunque me preocupa su carácter permanente y cómo se desplegarán en paralelo los incentivos al empleo para evitar la llamada ‘trampa de la pobreza' o que se desplacen las rentas hacia la economía sumergida. Habrá que seguir su implementación y evaluar sus impactos positivos y negativos.

¿Es el momento de apostar por la proximidad y olvidarse de la globalización?
- Es el momento de abandonar el crecimiento económico intensivo e hiperglobalizado, pero esto no significa olvidarse de la globalización. En cualquier caso, este es un paso muy exigente. Los territorios que apuesten por ello, y espero que Baleares lo haga, deberán avanzar en la conformación de sistemas locales de innovación con el fin de maximizar su potencial productivo y visualizar los diferentes eslabones de las cadenas productivas y de valor en favor de la sostenibilidad ambiental, la inclusión social, la seguridad alimentaria, la salud pública…

¿Es asumible que el 12% de la población esté en riesgo de pobreza, según un informe que publicó días atrás el INE?
- No. No lo es. Ni política, ni social ni económicamente. Ahora bien, cualquier intento de disminuir la desigualdad obliga entender por qué se genera. Y le aseguro que no es solo consecuencia de una mala distribución de la renta y, por tanto, su solución no reside solo en redistribuir mejor.

¿Se gasta demasiado y se ingresa demasiado poco?
- Somos altamente ineficientes tanto en la forma de consumir -gastar- como en la forma de producir -ingresar-. Este mal comportamiento se extiende desde la esfera pública a la privada y afecta tanto al uso de recursos que hemos heredado (patrimonio natural y cultural) como aquellos que somos capaces de dotar (equipamiento, tecnología, infraestructura…). Desgraciadamente, esto no nos permite cerrar un círculo virtuoso en favor de la competitividad, la sostenibilidad, la inclusión…

Hay una cierta unanimidad en considerar que la sostenibilidad es imprescindible, ¿tenemos que reducir el número de plazas turísticas?
- Ojalá la respuesta a un problema complejo fuera tan simple. Desgraciadamente nunca es así. Hay que sofisticar el debate turístico. Falta inteligencia y sobra demagogia. La sostenibilidad debe entenderse como un proceso de transformación y el sistema turístico como un sistema complejo, altamente conectado con el sistema social y ecológico. Limitar el debate al número de plazas sin, paralelamente, discutir cómo aumentar la capacidad de generar valor (económico, social, ambiental) por plaza, no conduce a nada. A la evidencia me remito. Llevamos varias décadas en este debate.

¿Usted cree que nunca más se verán 16 millones de turistas en Baleares?
- Esta crisis tiene un alto componente de histéresis. Hay determinados cambios que se convertirán en permanentes. Y el turismo de masas, que es una industria de aglomeraciones, cambiará radicalmente. Hay que anticipar este cambio y no seguir insistiendo en el volumen. El objetivo ahora no es recuperar 16 millones de turistas sino cómo transformar una economía que es drogodependiente del volumen. Hay que saltar de la prestación de servicios masificados a crear experiencias memorables.

Pero el hotelero estará asustado.
- Entiendo que este cambio asuste, pero la oportunidad es precisamente anticiparlo: nuevos hábitos de viaje, nuevas preferencias de la demanda, creciente personalización de la oferta, auge del turismo nacional, fomento de la identidad colectiva, experiencias seguras conectadas con el entorno... No es suficiente resistir para sobrevivir en este nuevo escenario. No lo tenemos nada difícil. La COVID-19 ha acelerado el cambio.

¿Será un turismo solo para ricos?
- No. Es un error pensar en el turismo de élite. Hay valor incluso en el turismo de mochila. La clave es estar más dispuesto a pagar por el valor que te ofrece Mallorca. Con imaginación, cooperación, clusterización... se puede sofisticar nuestro producto.

¿Cuando se habla de cambio de modelo económico en Baleares, ¿qué es lo que estamos pidiendo?
- Ojalá lo supiera. Es una expresión que no entiendo. Lo que sí comparto es la necesidad urgente de iniciar un proceso de transformación para aumentar la competitividad y garantizar así la prosperidad de la sociedad.

Mucha gente piensa en reducir el peso del turismo.
- Es un error. El criterio no tiene que ser el peso, sino la productividad. Más industria y menos turismo no es la respuesta a nada porque no garantiza la prosperidad. Lo que la garantiza es una buena productividad, y donde es más probable ganar productividad es en la cadena de valor del turismo, debido a nuestra alta especialización.

¿Es posible salir más fuertes de esta crisis?
- Sí. Solo cabe la opción de salir fortalecidos o debilitados. El mantenimiento del status quo, dadas las características de histéresis de esta crisis, no es un escenario viable. Baleares tendrá que tomar decisiones estratégicas y no solo gestionar la próxima campaña turística si desea estar en el pódium de los ganadores.

¿Se ve usted formando parte de un próximo Govern?
- Sigo pensado que el conocimiento tiene mayor potencial de transformación que otras formas de poder. Seguiré cultivando conocimiento para apoyar la transformación de Baleares.

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