Baleares tiene el doble de paro que hace un año. El motivo principal es que muchos trabajadores temporales no han podido encontrar un empleo este verano, por lo que siguen en el paro desde que acabó la pasada temporada turística, o bien han finalizado sus contratos desde marzo hasta ahora sin poder encontrar un nuevo empleo.
Este mes de junio se contabilizaron en el Archipiélago 74.292 parados, un 104,3% más que un año antes. Hace un año eran solo 36.372, que era un 0,6% menos respecto a junio de 2018.
El principal incremento en términos absolutos se ha dado, de un año a otro, en las personas que levan en paro entre cuatro y seis meses, que son 19.381, un 243,3% más. Esta situación responde a personas que han finalizado su contrato y no han podido encontrar otro empleo. Hace un año estaban en esta situación 5.646 personas. En términos relativos, el mayor aumento es el de los parados que llevan en desempleo entre siete y nueve meses, que se han multiplicado por cuatro (+338,3%), pasando de 3.682 a 16.139. Otros 18.327 llevan en paro tres meses o menos, con un incremento anual del 49,6%. Además, 5.813 llevan entre diez y doce meses en paro (+111,8) y 14.632 son parados de larga duración, es decir, llevan más de un año en desempleo (+21,5%).
Buena parte de los trabajadores que cada año solían tener un contrato temporal, este año no tendrán opción de encontrar un empleo y deben consumir prestación de paro mientras tengan. Esta situación contrasta con la de los fijos discontinuos que, pese a no ser llamados, han sido incluidos en los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo y cobrarán el paro durante la temporada, sin consumir prestación contributiva de desempleo acumulada y aunque no les tocara por no haber cotizado el tiempo suficiente. Son las consecuencias de la marcada dualidad del mercado laboral.
Por sectores, el más afectado por el incremento del desempleo es la hostelería, ya que se ha triplicado en junio respecto al mismo mes del año anterior (+206,7%, 20.358), aunque los incrementos son significativos en todos los sectores: en el comercio se ha incrementado un 99,6% hasta 10.076 parados; en el resto de sector servicios ha aumentado un 89,2% hasta 28.146; en la agricultura hay 923 personas en paro (+74,8%); en industria, un 73% más hasta 3.055 desempleados; y en construcción, un 64,7% hasta los 8.140.
De un año a otro, el paro ha afectado más a los hombres (+113,5%) que a las mujeres (+97,1%) de junio a junio, aunque sigue habiendo más mujeres (40.302) que hombres (33.990). También ha afectado más a los jóvenes menores de 25 años. En concreto, el desempleo se ha incrementado un 188,5% entre este colectivo, frente al 95,8% de incremento para los mayores de 25 años, que son una amplia mayoría (64.687 frente a los 9.605 jóvenes). Por último lugar, es relevante señalar que el número de parados de personas de nacionalidad extranjera tanto comunitarios (+170,9%) como extracomunitarios (+177,6%) ha aumentado más que la de los españoles (+87,6%), aunque estos últimos representan el 74,4% de todas las personas en situación de desempleo en Baleares.
De mayo a junio, el paro en Baleares se redujo un 0,5%, es decir, 396 desempleados menos.
Asimismo, hay 495.206 afiliados de media mensual en junio. Son 8.066 más que en mayo (+1,66%) porque se han incorporado a los ERTE los fijos discontinuos, pero son 83.390 menos que un año antes (-14,7%). Del total de afiliados, en realidad uno de cada cuatro no trabaja, ya que 121.585 están en ERTE, el 24,4%. El conseller de Model econòmic, Turisme i Treball Iago negueruela explicó que de estos trabajadores en ERTE, 72 mil son fijos discontinuos. No obstante, 30.073 trabajadores han salido de los ERTE para reincorporarse a sus puestos de trabajo.
La caída de la afiliación interanual en Baleares (-14,7%) ha sido mucho más significativa que en todo el país, donde ha disminuido un 4,58%.
Asimismo, los datos detallados de la afiliación de mayo, que se ofrecen un mes después, se observa que se perdieron 66.449 afiliados en términos internauales pero, de ellos, solo 3.246 tenían contrato indefinido, mientras que 63.203 tenían contrato temporal. Es decir, que 95 de cada 100 puestos perdidos fueron de contratos eventuales.
Entre desolación y euforia
El sector turístico transita entre la desolación más absoluta y la euforia. Llegan turistas y arriban muchos más de los esperados meses atrás, cuando incluso se llegó a pensar en que la temporada estaba completamente perdida. En todo caso, el número de visitantes ha experimentado un drástico recorte y el nivel de actividad se ha visto también sustancialmente reducido respecto a los años precedentes.
Las consecuencias de la pandemia son considerables y han causado un impacto brutal en los índices económicos de Baleares. La situación mejora con el paso de los días y certificar la cuantía del desastre es del todo imposible. En este sentido, son muchos los hoteleros que inicialmente tenían decidido no abrir sus establecimientos y que, finalmente, han optado por intentar salvar parte de la temporada. Acoger a los repetidores de cada año es uno de los objetivos, además de mantener la marca. El número de establecimientos abiertos no deja de incrementarse, aunque habrá hoteles que quedarán inéditos este verano. El último fin de semana de julio y el primero de agosto son los días escogidos por diferentes empresas para abrir sus hoteles. Además, las hoteleras de mayor tamaño, que han optado por abrir sus establecimientos de forma paulatina, van acelerando sus planes de apertura.
La situación es muy cambiante y puede variar en cualquier momento, pero hoy los establecimientos abiertos son poco más del 20% y no se prevé que superen el 60% a finales de agosto. En cuanto a las ocupaciones, en julio se espera alcanzar poco más del 30% y situarse por encima del 50% en agosto. La gran incógnita, en todo caso, es el comportamiento del mercado británico. Las ventas adelantadas iban muy bien en Gran Bretaña y queda aún un buen número de reservas que no han sido canceladas. El mercado alemán ha sido el primero en reaccionar y el plan piloto contribuyó en su momento a enviar un mensaje de tranquilidad y confianza.
La decisión del Govern de hacer obligatorio el uso de la mascarilla, pese a que no será obligatoria ni en la piscina ni en la playa ni para practicar deporte, ha aumentado la incertidumbre en el sector, puesto que es una medida que desincentiva los viajes de vacaciones. La repercusión de esta norma en las reservas es una incógnita, aunque es evidente que no favorece el normal desarrollo de la actividad turística. La conectividad es el gran reto pendiente. Ha mejorado de forma sustancial respecto a las semanas de duro confinamiento. El tráfico aéreo se ha restablecido, en general, con normalidad. En todo caso, la falta de demanda y la crisis que azota a la totalidad de las compañías aéreas ha provocado una reducción importante en la conectividad. Las aerolíneas han reorganizado sus flotas y han reducido el número de aparatos en actividad con la consiguiente pérdida de conectividad. Además, es evidente que la pandemia ha provocado también una reducción importante de la demanda. La totalidad de los países emisores ha optado, como también ha hecho España, por promocionar el turismo nacional. Uno de los principales problemas al que se enfrenta el turismo nacional es la subida de los billetes aéreos, que han disparado sus precios.
Un informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) denunció a finales de abril que el incremento de la subvención a los residentes en los billetes aéreos entre los archipiélagos y la Península ha llevado consigo una subida de los precios que ponen las aerolínea, que alcanza el 22% en Baleares. El precio de los billetes se ha vuelto a incrementar en las últimas semanas, afectando de forma directa a la demanda. El Govern envió días atrás una carta al ministro de Fomento José Luis Ábalos para exigir que se controle el precio de los vuelos.
Los precios hoteleros, por su parte, no han experimentado ningún retroceso significativo. La consigna de las patronales hoteleras aboga por mantener los precios, aunque la inmensa mayoría hace descuentos importantes a los turoperadores, aunque mantiene precios altos en la venta directa.
La experiencia de destino es fundamental. En este sentido, la oferta complementaria se ha convertido en la principal preocupación de los hoteleros. Son muchos los empresarios que han denunciado la falta de modernización de la oferta comercial. Además, este año son numerosos los comercios, bares y restaurantes que permanecen cerrados, si bien desde que se realizara la prueba piloto han ido abriendo de forma paulatina. Además, el ocio nocturno, que forma parte de la oferta natural de cualquier zona turística, cuenta con numerosas restricciones. El gran miedo es que se produzca un rebrote que obligue a un nuevo confinamiento, aunque sea parcial. Que Balears sea un destino seguro es vital.