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Salario mínimo y empleo

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La reciente visita a Madrid del profesor de Princeton Orley Ashenfelter fue aprovechada por El País para hacerle una entrevista en la que reiteraba su tesis de que las subidas del salario mínimo no reducen el empleo.

Ashenfelter es uno de los primeros expertos en mercados laborales. Fue mentor y colega de universidad del más conocido Alan Krueger, que se suicidó el pasado 16 de marzo con solo 56 años.

Kruger se dio a conocer en el mundo de los economistas a comienzos de los años noventa por los trabajos con David Card que demostraron empíricamente que la creencia general en ese asunto estaba equivocada. Su libro de 1995 “Myth and Measurement” tuvo enorme influencia en la política y la economía.

Utilizando por primera vez, en este campo, los datos existentes, estudiaron el caso de los trabajadores de restaurantes de comida rápida en Nueva Jersey a los que se les había subido recientemente el salario mínimo e hizo las comparaciones con la vecina Pennsylvania donde no, para llegar a la conclusión de que la subida no había tenido efectos en el mercado laboral. Krueger fue proveedor de ideología para Administraciones demócratas, primero con Clinton y luego con Obama.

Cuando ya parecía que esa discusión histórica se había decantado en el sentido más favorable para los trabajadores, nos encontramos con que la decisión del Gobierno Sánchez de incrementar el salario mínimo en un 22%, partiendo de cantidades muy bajas, ha permitido a la vieja escuela levantar de nuevo la cabeza. Algunos empresarios y patronales han llamado la atención con la amenaza de siempre y hasta el Banco de España se apunta al miedo.

Justo lo contrario está ocurriendo en Gran Bretaña donde el canciller Hammond pretende aumentarlo desde los 1.400 euros actuales hasta que llegue a ser el más alto de los de países desarrollados. Recordemos que Francia y Alemania andan por los 1.500, Irlanda Bélgica y Holanda por los 1.600 y Luxemburgo por los 2.000.

Para el sector turístico la subida es importante puesto que afecta proporcionalmente a más trabajadores que en otros sectores. Sería muy de agradecer que los tradicionales leyeran a Kruger, Ashenfalter y Kahnemann, a ver si llegan a la conclusión de que trabajadores mejor pagados aportan más a la economía y mejoran su productividad al mejorar su índice de felicidad. En Balears patronales y sindicatos turísticos ya llegaron a acuerdos en ese sentido.

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