¿Es frágil la economía balear al depender del turismo? Lo preguntaba en voz alta el economista Miquel Puig hace una semana, en una jornada sobre diversificación económica organizada por la formación Més per Menorca. La respuesta es que no, porque pese a que el vector especialización y prosperidad indica que los países más ricos son aquellos que diversifican más, la actividad turística es poco cíclica y todo confirma que seguirá aumentando.
El turismo no retrocedió en la reciente crisis económica y no va a desaparecer, al contrario, las ansias de descubrir mundo siguen y seguirán, más teniendo en cuenta, por ejemplo, el potencial de 1.400 millones de chinos. La diversificación es buena, pero la especialización no es mala. Depender del turismo, pues, no significa tener una economía frágil.
Otra pregunta distinta que también formuló Puig ante el auditorio formado por empresarios, políticos y estudiantes, es si el turismo balear ha llegado a la insostenibilidad, a la saturación, una cuestión de la que se puede opinar desde muchos puntos de vista aunque la conclusión a la que llegó el economista es que Balears no puede seguir creciendo como lo ha hecho hasta la fecha y, por lo tanto, deberá de hacerlo de otro modo.
Repensar el modelo turístico que tantas alegrías dio en su momento y del que ahora se cuestionan sus costes. En cualquier caso, lo difícil será poner de acuerdo a todos los agentes interesados porque está en juego el futuro de nuestras islas y no puede imponerse el criterio único de la administración pública como tampoco sería lógico primar únicamente los intereses del mercado.
Locuaz estuvo en el encuentro la secretaria de PIME-Menorca, María García, al afirmar que cuando se critica a los touroperadores, olvidamos el papel que juegan como garantes de la conectividad, especialmente en Menorca. Sin su presencia estaríamos todavía más aislados afirmaba García, la misma semana que el CEO de Jet2 tranquilizaba a los hoteleros en su predisposición de seguir apostando por la isla, cuando los otros competidores lo estaban haciendo por la ribera norte del Mediterráneo sin más contemplaciones que las económicas.
Pero volviendo a las palabras de Miquel Puig, a quien sigo desde hace años, también recomendó conservar como un tesoro los sectores del calzado, la bisutería y el agroalimentario que perviven en Menorca, apostando sobre todo por la formación y el diálogo para que puedan mejorar. Sería siempre un error dejar que desaparezcan.