El gran reto que presenta la economía menorquina y, en especial, su industria turística consiste en combinar eficientemente la anticipación y la adaptación a las exigencias del mundo global y los avances tecnológicos. En este sentido, es esencial considerar el sistema turístico en todas sus extensiones de subsistemas relacionados: sociales, patrimoniales, culturales, etc.
Debe prosperar una concepción más amplia e integradora de la actividad turística, en la cual intervengan sectores interrelacionados, como único modo de sustentar un modelo con perspectivas en el largo plazo, capaz de afianzar y promover, también, los sectores económicos tradicionales junto a la hegemonía turística. Sectores, todos ellos, que deben ser impelidos por la economía de servicios de alto valor añadido, a fin de coadyuvar en la reducción de la estacionalidad y su asociada acuciante presión - concentrada en unos determinados meses - sobre los recursos y el territorio. Precisamente, reducir la estacionalidad debe significar una distribución temporal equitativa y equilibrada de la actividad turística. Ello, obviamente, también se trasladaría en un crecimiento económico sostenible y en mayores cuotas de bienestar social.
Al respecto, es manifiesta la necesidad que presenta Menorca en relación al análisis de dos cuestiones fundamentales para su desarrollo futuro. Esto es, en primer lugar, el análisis de las ventajas y los inconvenientes de estructuras económicas más equilibradas, o bien escoradas hacia el asentamiento de una actividad principal. En segundo lugar, la diversificación no únicamente sectorial sino también de la propia actividad turística.
En este sentido, la supremacía de la industria turística en la isla es incuestionable; la clave radica en cómo gestionar esta terciarización de la economía, con el objeto de crear mayor valor añadido a través de la complicidad de sectores todavía emergentes en Menorca, como las nuevas tecnologías de la información y comunicación, y la simbiosis que pueden representar en ámbitos como el cultural o el recreativo, en relación a afianzar un turismo relacionado con la naturaleza, la salud, el deporte, la gastronomía, etc. Aspectos conectados con el denominado marketing sostenible- actualmente ya desarrollado, con gran éxito, por algunas empresas menorquinas punteras - , cuyo objetivo es hacer cómplice a los usuarios de la importancia de cuidar y respetar el entorno. Factor que también permite posicionar el destino en términos de calidad y diferenciación. Para el caso de Menorca, claramente, en relación a su condición de Reserva de la Biosfera.
En consecuencia, es patente que el gran reto de la economía menorquina reside en alcanzar cauces sostenibles de desarrollo económico, en múltiples aspectos: productivos, competitivos, ambientales, sociales, equitativos y distributivos. Elementos clave para la armonía social y económica en aras presentes y futuras.