PIMEM está de fiesta. La Petita i Mitjana Empresa de Mallorca, fundada en 1977, celebra su 40 aniversario el próximo miércoles cinco de julio con una gala en el Teatre Principal de Palma.
PIMEM expone y reivindica ante los poderes públicos y las administraciones, las aspiraciones y reclamaciones del asociado. Asesora y representa a las asociaciones en las negociaciones de convenios colectivos. Y mantiene relaciones con las administraciones públicas asesorando y colaborando en todo aquello que suponga un beneficio para el socio.
PIMEM defiende los intereses comunes de los empresarios, pretende participar e influir en las diferentes regulaciones normativas, al tiempo que lucha contra la competencia desleal y el intrusismo. PIMEM está hoy formada por casi medio centenar de asociaciones, que representan a gran parte del tejido empresarial de Mallorca.
El recorrido de PIMEM desde su fundación hasta hoy no ha sido fácil, sino que las dificultades han sido casi constantes. Las disputas internas han provocado sonados enfrentamientos que provocaron la expulsión de la poderosa Pimeco por falta de pago de las cuotas y el adiós de un grupo de asociaciones que optó por afiliarse a CAEB. En este sentido, PIMEM y CAEB, al contrario de lo que sucede en otras comunidades, han mantenido en el tiempo una dura disputa. La rivalidad se ha suavizado con la llegada de Jordi Mora, actual presidente de PIMEM, y Carmen Planas, máxima responsable de CAEB, si bien la posibilidad de llegar a una fusión entre las dos organizaciones empresariales es hoy nula.
PIMEM ha protagonizado durante sus 40 años de existencia campañas de todo tipo. La lucha contra la opertura de El Corte Inglés fue encarnizada, aunque ni un parón patronal masivo sirvió para detener a los grandes almacenes. La Petita i Mitjana Empresa de Mallorca ha tenido también un protagonismo reiterado en la defensa de los productos locales.
Jordi Mora, que llegara a la presidencia de PIMEM hace poco más de seis meses, asegura que las pequeñas y medianas suponen el 96% del total de las empresas de Balears y concreta que el 90% del total de pymes tiene menos de diez trabajadores. Mora se muestra satisfecho con el trabajo realizado, al tiempo que asegura que se ha conseguido revitalizar a la organización empresarial. “Es evidente que hay un cambio de tendencia, ya que hemos aprobado la afiliación de cuatro asociaciones nuevas después de ocho años sin ninguna alta. Además, estamos hablando con media docena de asociaciones para que se adhieran a PIMEM”, explica Mora, que asegura que sigue siendo imprescindible una organización defienda al pequeño y mediano empresario.
PIMEM dispone de un catálogo de servicios a disposición de los afiliados, que Mora distingue entre tangibles e intangibles. “Los intangibles son nuestro ADN, nuestro trabajo en diferentes ámbitos, los valores que defienden a todas las pymes”, explica el presidente, que asegura que “los tangibles son aquellos que ofrecemos desde hace 40 años”.
PIMEM ofrece asesoría jurídica gratuita para cuestiones como contratos de arrendamiento, de compraventa, traspasos, propiedad horizontal, reclamaciones de consumo, conflictos laborales o gestión de impagos, entre otras.
La organización empresarial, mediante COPIME, ofrece asesoramiento fiscal y contable en sus oficinas de Palma, Inca y Manacor. Los servicios incluidos en la cuota de socio sirven para confeccionar diferentes modelos tributarios, declaraciones anuales y trimestrales de IVA, la tramitación de módulos... si bien los miembros de PIMEM cuentan con condiciones muy ventajosas en los servicios de pago. De igual manera, mediante el Gabinet de Gestió Laboral, los asociados tienen un servicio de asesoría laboral con importantes descuentos.
La crisis provocó la falta de crédito bancario, que dificultaba la continuidad de muchas pequeñas y medianas empresas. “Ayudamos y asesoramos a los emprendedores y empresarios para que consigan un aval bancario de ISBA, la sociedad financiera sin ánimo de lucro que tiene como objetivo contribuir al desarrollo de Balears. Además, hemos firmado diferentes convenios con varias entidades bancarias”, asegura Mora, que se muestra convencido de la bondad de los servicios que pone PIMEM a disposición de sus socios. La patronal dispone también de un servicio de intermediación laboral, al tiempo que contribuye a la modernización de las empresas con un programa gratuito de asesoramiento digital. Y en un futuro no muy lejano pondrá en marcha un escaparate virtual de PIMEM en el que todos los asociados podran publicitar ofertas, novedades, servicios... y una pasarela de pago.
EXPRESIDENTES. Demetrio Peña, siempre polémico y controvertido, fue el primer presidente de PIMEM y se mantuvo en el cargo hasta 1989. En 1977, la sociedad mallorquina vivía con efervescencia la llegada de la democracia. Muerto Franco, proliferaban todo tipo de asociaciones, también las empresariales. “El asesor fiscal Jaume Ribas Cardona fue el primer impulsor de PIMEM, ya que junto a un grupo de empresarios conformó la promotora de la organización patronal”, asegura Peña, que recuerda cómo desde diferentes sectores de la sociedad les catalogaban de “comunistas”. “Nos llamaban comunistas porque éramos una patronal que hablaba en contra de los bancos. Los intereses eran muy elevados y a los pequeños empresarios no nos tenían en cuenta. Inicialmente, pretendíamos tan solo que los bancos nos tratasen como a una empresa”, recuerda.
Demetrio Peña, curtido en mil batallas, marcó la actualidad en diferentes oportunidades, aun después de abandonar la presidencia. Su lucha contra la apertura de El Corte Inglés en Palma o el provocador cierre patronal fueron algunas de las acciones impulsadas por Peña. Con un lenguaje duro y claro, acaparó portadas de periódico y convirtió a PIMEM en una organización popular, que no dejaba indiferente a nadie. Joan Fuster, ya fallecido, cogió el relevo de Peña, contribuyendo a la consolidación de la organización.
La dimisión de Fuster llevó a Lluís Ramis de Ayreflor a la presidencia, que abandonó unos meses después en dirección a la Autoritat Portuària de Balears. Ramis, durante su breve mandato, intentó contribuir a la modernización de las pequeñas y medianas empresas, al tiempo que concienciaba a la sociedad de la importancia de la microeconomía local. “En aquellos momentos, uno de los grandes retos era ayudar a la informatización de las empresas. Además, intentamos concienciar a la sociedad de la importancia de la microeconomía local, de la fuente de riqueza que eran, y aún siguen siendo, las pequeñas y medianas empresas”, afirma Ramis de Ayreflor.
El mandato de Tomás Garrido estuvo marcado por su carácter expansivo. Un hombre de PIMEM desde su fundación, Garrido contribuyó de forma decisiva a que la patronal arraigara en la part forana. “Teníamos una PIMEM que no era reconocida como importante por la sociedad mallorquina. Intenté que PIMEM estuviera en todos los lugares, en todos los ámbitos de la sociedad. Trabajamos mucho en los pueblos y conseguimos alcanzar la cifra de 10.000 socios, aunque había muchos que pagaban una cuota muy baja”, asevera.
Jaume Xavier Rosselló sustituyó a Tomás Garrido. Capitaneó a la PIMEM en dos etapas radicalmente diferentes. “La primera presidencia fue todo un reto. Era muy joven y tenía una experiencia limitada dentro de la organización. Quise modernizar PIMEM, que contaba con muchas asociaciones y cada una con sus propias necesidades. Teníamos un centro de formación, que gestionaba importantes recursos económicos. No tardamos en darnos cuenta de que debíamos reducir la organización. Estábamos entrando en una época en la que la administración pública comenzaba a encogerse. El número de socios bajaba, pero teníamos una fuerte presencia pública”, recuerda de su primera etapa como presidente.
Francesc Horrach relevó a Rosselló como presidente de PIMEM. Su mandato y su adiós a la patronal estuvieron marcados por la polémica.
El conocido restaurador Juan Cabrera accedió a la presidencia en una etapa en la que la crisis daba sus primeros coletazos. “Estoy muy contento de haber sido presidente de PIMEM. Como en todas las familias, hay gente que está de acuerdo y otra que discrepa. Eran momentos muy complicados desde el punto de vista económico y es cierto reconocer que el Govern de Francesc Antich nos ayudó”, asegura Cabrera, que recuerda los enfrentamientos con la CAEB. “Luchamos contra la CAEB, que nos marginaba siempre que podía. El primer reto fue, precisamente, dotar de mayor visibilidad a PIMEM. Uno de los mayores hitos conseguidos es que logramos tener reconocida nuestra representatividad. La CAEB tiene la representatividad adjudicada a dedo. La PIMEM, en cambio, gracias a una sentencia judicial”, explica orgulloso.
Los problemas internos provocaron que Rafael Rubio, que ejercía de secretario general con Juan Cabrera, accediera a la presidencia. Era un hombre de PIMEM de siempre, que había ejercido de vocal y que fue también responsable de formación. “Había que reestructurar la Federación. Por desgracia, se tuvieron que realizar despidos. Teníamos una fuerte dependencia presupuestaria de las instituciones públicas, que cortaron el grifo y nos obligaron a una remodelación total de la organización”. Los problemas internos eran constantes y Pimeco y Restauración abandonaron PIMEM. La crisis era total.
Jaume Xavier Rosselló inició su segunda etapa como presidente al frente de una gestora. PIMEM había vivido unos momentos de gran convulsión interna, con disputas y controversias constantes. Jaume X. Rosselló fue escogido como ‘hombre bueno' para apaciguar la organización. Era un hombre de consenso, que dejaba atrás los enfrentamientos entre Francesc Horrach, Juan Cabrera o Rafael Rubio. “Mi segunda etapa como presidente fue radicalmente diferente. Fue una época de resistencia, de aguantar el temporal. La crisis atacaba a nuestros socios y, evidentemente, a nosotros. La administración pública redujo los cursos de formación que nos permitían disponer de una cierta estructura. Tuvimos que reducir la estructura a la mínima expresión, hacer un ERE... Fue muy duro”, explica.
Jaume X. Rosselló, al no poder compatibilizar sus labores profesionales con la presidencia, presentó la dimisión y fue sustituido por Antoni Mas. “Fue el final de un periodo trágico. Se había hecho todo un trabajo de adaptación de la organización a la situación provocada por la crisis y nuestro trabajo fue continuar adelgazando PIMEM. Fue una etapa dura, asquerosa. No tengo ninguna alegría de todas aquellas cosas que nos vimos obligados a hacer. No hubo ni un solo de los despedidos que acabara con una sentencia judicial, llegamos a un acuerdo con todos. Sustituimos la falta de dinero con imaginación. Creo que hicimos muchas cosas con pocos recursos”, recuerda, al tiempo que Jordi Mora, el actual presidente, explica que bajo la presidencia de Mas “se aprobaron unos nuevos estatutos, se arregló el pasivo que tenía PIMEM con Sa Nostra e impuso un cierto orden asociativo”.