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La mirada retrospectiva del Museu de Menorca

El impresionante claustro de Sant Francesc embellece el centro. | Javier Coll

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Los museos viven una época de metamorfosis y adaptación a las nuevas formas de conocimiento y ocio de la sociedad, pero también de reivindicación como espacios abiertos en los que practicar una mirada diferente al pasado. El Museu de Menorca no es una excepción y desde su dirección trabaja para convertirse en un lugar de referencia de la historia de Menorca. Si bien se concibió como una exposición generalista, con un poco de arqueología, un poco de historia y un poco de arte, su futuro más inmediato pasa por una reformulación de todas sus salas y un cambio en el discurso museográfico, que va desde el inicio de la prehistoria hasta después de la guerra civil.

Ubicado privilegiadamente en el Convento de Sant Francesc, alrededor de un claustro barroco de planta cuadrada de la segunda mitad del siglo XVII, en plena fachada marítima del puerto de Maó, este espacio cultural ocupa 5.900 metros cuadrados, 2.500 de los cuales están destinados al público.

El museo cuenta con una colección de más de 250.000 piezas, lo que le otorga la consideración de institución museística más importante de la isla. Dispone de dos salas de exposiciones temporales en la planta baja y dos plantas superiores en las que se reparten doce salas para exposiciones permanentes, actualmente cerradas en espera de la remodelación prevista para setiembre de este año, con el nuevo proyecto museográfico. Además cuenta con un taller de restauración, una biblioteca y un gabinete didáctico.

En este espacio trabaja un equipo de doce personas, cuya responsable desde diciembre de 2014 es Carolina Desel, que anteriormente estuvo desarrollando su carrera profesional como directora del Museo de la Vall d'Aran durante once años. Las visitas al museo crecen cada año, pero en los últimos cinco se han duplicado, animadas por el efecto de la candidatura Unesco de la Menorca Talayótica, pero sobre todo entre el público local, que está encontrando buenas excusas para volverse a acercar a este centro museístico.

ORÍGENES. La historia del Museu de Menorca es un largo viaje de ciento veintiocho años desde su apertura con la dedicación de diversos conservadores, la suma de múltiples aportaciones y sucesivos traslados de sedes hasta su ubicación actual. Se abrió al público como Museu Municipal de Maó el 4 de noviembre de 1889 a partir de las donaciones realizadas por algunos particulares. Estaba ubicado en un edificio cercano al Ajuntament de Maó y fue inaugurado como Museo de Arqueología e Historia Natural. Las primeras piezas, fragmentos de sepulturas romanas encontradas y una colección con fósiles, huesos de ballena y materiales de excavaciones arqueológicas y obras de arte, fueron donadas por varios contribuyentes. A la muerte del fundador de la institución en 1890, Juan Seguí Rodríguez, la corporación municipal ofrece la tutela de la colección al claustro de profesores del Instituto y se nombra conservador a Francesc Hernández Sanz, profesor del Instituto, quien consolida la colección haciendo interesantes aportaciones a la difusión del patrimonio.

En 1906, el ayuntamiento decide depositar los fondos del Museo Municipal en el Ateneo de Maó y en 1944 se crea el Museo Provincial de Bellas Artes. Ese mismo año, se cede el palacio de Can Mercadal y comienzan las obras para adecuarlo y albergar en él el museo y la Biblioteca Pública.

En la nueva ubicación, la colección se incrementará de manera notable a la existente del Museo Municipal y, entre otros hechos destacados, asumirá su dirección la célebre arqueóloga, historiadora y archivera Maria Lluïsa Serra Belabre, que ocupará el cargo hasta su muerte en 1967. Una época en la que el patrimonio arqueológico de excavaciones importantes que se realizaban en Menorca, como las navetas de Tudons y Rafal Rubí, el poblado Talatí de Dalt o las basílicas de Fornàs de Torelló y de la Isla del Rey, se irán depositando.

En 1974, el arqueólogo mallorquín Lluís Plantalamor se hará responsable de la dirección del Museo Provincial de Bellas Artes, integrándolo en la red del Patronato Nacional de Museos en una nueva etapa en la que se producirá el traslado definitivo al Convent de Sant Francesc, actual sede del museo, un edifico de casi seis mil metros cuadrados.

En 1984 el Govern balear se hará cargo de su gestión y, en paralelo, se iniciarán las obras de rehabilitación que culminarán en 1998 con el pleno funcionamiento y apertura al público de las salas temporales y permanentes. En 2011 la gestión del museo será traspasada al Consell Insular de Menorca, si bien el personal seguirá siendo del Govern balear y el edificio, del Ministerio de Cultura. En los últimos años ha vivido una serie de obras e inversiones que han permitido, entre otras cosas, realizar la instalación de la climatización, la mejora de la iluminación de su fachada así como del claustro, la remodelación de la sala de actos, de la biblioteca y de los almacenes.

PROYECTO. El reto más importante del Museu de Menorca es el nuevo proyecto museográfico referente a su exposición permanente, con el que la entidad quiere trabajar a partir de ahora, un cambio de concepto que desde el Ministerio de Cultura se ha aprobado hace escasas semanas y que está en fase de redacción de pliegos para su posterior licitación. “Nuestra visión es que el discurso histórico es el que tiene que acabar por seleccionar las piezas que se tienen que exhibir y no al revés, es decir, las piezas y los objetos nos tienen que explicar la historia de Menorca”, comenta Carolina Desel.

“La previsión es que para el mes de septiembre de este año empiecen las obras y que en aproximadamente medio año podamos inaugurarlo, si bien el museo no solo es la exposición permanente sino que tiene unas salas temporales que están acogiendo muestras, hay un centro de documentación que funciona y unas actividades que no se paran”, detalla Desel. El Museu abre de martes a domingo durante todo el año.

De hecho, las visitas al Museu de Menorca llevan un periodo de crecimiento sostenido desde hace cinco años, tal y como demuestran las estadísticas.

Desde el año 2011 han pasado por sus instalaciones 111.154 personas y en los meses de julio, agosto y setiembre las cifras de turistas que llegan al museo suman las diez mil personas, pero desde la institución se ha trabajado especialmente en poder acercarse al visitante local.

En los dos últimos años hemos conseguido aumentar la afluencia de público local un 25 por ciento, y eso que veníamos de un 7 por ciento. Para conseguirlo se ha creado una programación estable de manera periódica con actividades mensuales dirigidas a familias y también a público adulto”, explica Carolina Desel.

"El efecto Menorca Talayótica también ha contribuido, sin lugar a dudas. El año pasado tuvimos la exposición de la Isla de los Talayots y conseguimos una muy buena aceptación de público”, afirma la directora. Desde el Museu de Menorca también se ha incrementado la relación con las escuelas, multiplicando por tres las visitas recibidas, y para el próximo mes de julio se ha programado por primera vez una escuela de verano para niños.

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